El cuerpo y los estereotipos – En la era de la hiperconectividad y la inmediatez, la sobreabundancia de imágenes en las redes sociales crea unos estándares de belleza que mutan con gran rapidez y generan grandes frustraciones, especialmente entre las mujeres.

Por Alba Cobos Medina (Italia)*

El canon de belleza ha ido variando a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, como señala la socióloga Mar Llorente Doldán en su trabajo Cánones de belleza en la era posmoderna: Instagram y su impacto negativo en la autopercepción corporal de las mujeres jóvenes y su concepción de la belleza, la durabilidad de este es drásticamente más efímera en la actualidad en comparación con épocas anteriores. En este sentido, la autora feminista Naomi Wolf apunta como momento clave el desarrollo de las tecnologías que permiten reproducir láminas, daguerrotipos y fotografías, y que implican la posibilidad de difundir imágenes de este ideal de belleza, alrededor de los años 30 del siglo XIX. Ya a partir del siglo XX, la duración de este canon se comienza a acortar de forma drástica, pasando a durar décadas, en lugar de siglos.

La proliferación de cientos y miles de representaciones reales de aquello considerado estándar, que se inició entonces y que se ha ido dando cada vez más con el paso del tiempo, favorece a una estandarización de la belleza, convirtiéndola, como señala Wolf, en “inerte, eterna y genérica”. La comunicadora e ilustradora Liv Strömquist, en su última obra La sala de los espejos, reflexiona sobre esta cuestión a partir de los estudios de académicos como Susan Sontag, Eva Illouz, Byung-Chul Han o Zygmunt Bauman.

Strömquist apunta que, hoy en día, la propia belleza es menos relevante que asemejarse a este ideal: “Ser guapa es cada vez más parecerse a una imagen”, señala. Así, la necesidad de ajustarse al canon es cada vez más persuasiva e influyente, como anotaba Wolf ya en 1991, previo a la aparición de las redes sociales. La autora refería como causante de esto al mercado, con sus numerosas industrias que se sustentan a base de perpetuar estas “ansiedades inconscientes de las personas”, como son la cosmética, dietética o la cirugía plástica. Por su parte, Strömquist considera que otro factor a tener en cuenta para explicar la importancia que se da al aspecto físico es la actual sociedad de consumo y la fusión de esta con la sexualidad.

Con la proliferación de internet y la aparición de las redes sociales, estos procesos se han agudizado. En este sentido, Doldán apunta que dichas herramientas, donde prima la interacción, suponen un cambio en la forma en que la población “concibe e internaliza los ideales de belleza”, así como en la manera en que las personas tratan de controlar la imagen que tienen los demás sobre ellas. Asimismo, la posibilidad de usar filtros que alteran la apariencia y ocultan imperfecciones puede afectar a la autopercepción. Respecto a esto, Strömquist recoge la idea de Byung-Chul Han sobre la estética de lo pulido, para explicar que, la mayoría de los cuerpos humanos que se publican en las imágenes digitales en redes se vuelven con estos retoques completamente lisos; esto es, libre de supuestas imperfecciones. De esta forma, el uso de este tipo de filtros o aplicaciones puede suponer un incentivo para que las personas decidan alterar su físico más allá de la esfera digital, y realizarse retoques estéticos o someterse a cirugía plástica.

Las mujeres, que socialmente son más valoradas por su apariencia, se ven especialmente afectadas por esta problemática. De hecho, según recoge Doldán, los estudios demuestran que son más propensas a tener problemas de salud mental por la presión estética. Este deseo por encajar en el canon puede suponer para ellas gran descontento y frustración, debido a los rápidos cambios en los ideales de belleza y a los grandes esfuerzos que deben hacer por ajustarse a estos y ser así aceptadas socialmente.

Para Wolf, esta concepción actual de la belleza es una forma de control que aparece como reacción en el momento en que las mujeres comienzan a adquirir poder. Así, la belleza se convierte en una especie de sistema monetario que resulta muy eficaz para mantener la dominación masculina y proliferar la competición entre mujeres en Occidente.

A pesar de esta presión estética cada vez mayor, en las redes también se han fraguado movimientos que buscan la visibilización y aceptación de figuras y formas de belleza diversas. Entre estos, encontramos el body positivity, que busca el empoderamiento de cuerpos que se alejan de este canon, asumiendo que cada persona es bella a su manera; o el body neutrality, que considera que el cuerpo es un elemento neutro que no tiene por qué ser valorado por su apariencia estética, sino que debemos valorarlo y cuidarlo porque es aquello que nos permite vivir •

*La autora es periodista por la Universidad de Valencia, donde realizó una maestría en Derechos Humanos, paz y desarrollo sostenible. El artículo fue publicado en el canal CN+ de Citta Nuova

El canon de belleza en la era digital
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