Desde el pensamiento de Francisco – Una propuesta concreta frente a la cultura del descarte imperante en la sociedad.
por Mons. Jorge Ignacio García Cuerva* (Argentina)
La amistad es, quizás, uno de los más auténticos rostros de Dios.
José María Rodríguez Olaizola
El Santo Padre expresa claramente su apertura al diálogo y al encuentro con todos los sectores de la sociedad mundial cuando al comienzo de su Carta Encíclica Laudato Si’ dice: “En esta encíclica, intento especialmente entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común”1.
Para generar diálogo, debemos considerar al otro, escucharlo, tenerlo en cuenta; cuestiones tan básicas, pero a la vez tan ausentes.
Y no solo en las relaciones interpersonales, sino también en la dimensión social, en los vínculos sociales; por eso el documento conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe de Aparecida alertaba, hace 15 años:
“Una globalización sin solidaridad afecta negativamente a los sectores más pobres. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y opresión, sino de algo nuevo: la exclusión social. Con ella queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está abajo, en la periferia o sin poder, sino que se está afuera. Los excluidos no son solamente ‘explotados’ sino ‘sobrantes’ y desechables”2.
El papa Francisco, quien participó activamente en la redacción de aquel documento, retoma aquella idea cuando expresa: “Nuestra sociedad, por desgracia, está contaminada por la cultura del ‘descarte’, que es lo contrario de la cultura de la acogida. Y las víctimas de la cultura del descarte son precisamente las personas más débiles, más frágiles; esto es una crueldad”3.
En la encíclica Laudato Si’, Francisco insiste con que (…) “no se puede prescindir de la humanidad. No habrá una nueva relación con la naturaleza sin un nuevo ser humano. No hay ecología sin una adecuada antropología” (LS 118).
Es clave poner en el centro al hombre; es fundamental que los pobres sean protagonistas en la reflexión y en el desarrollo de los pueblos.
Y volvemos a la iluminación del Papa, cuando escribe: “No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza” (LS 139).
Es claro, entonces, que será imposible un diálogo y búsqueda de consensos, si en la base organizacional de la sociedad tantos quedan afuera, tantos son silenciados, tantos son meros extras, nunca protagonistas.
El vicio más desesperado es el vicio de la ignorancia que cree saberlo todo.
Albert Camus. La Peste
Frente a las consecuencias del modelo social imperante de exclusión y descarte, propongo tres acciones concretas, personales, que debemos hacer colectivas, para caminar hacia la amistad social tan anhelada y tan ausente: mirar, escuchar, dialogar.
Es como volver a empezar…
“Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los judíos. Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: ‘Maestro, sabemos que tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él’. Jesús le respondió: ‘Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios’. Nicodemo le preguntó: ‘¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?’. Jesús le respondió: ‘Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios’”4.
a. Mirar:
“Basta mirar la realidad con sinceridad para ver que hay un gran deterioro de nuestra casa común (LS 61)”.
El Papa ha desarrollado en varias ocasiones la necesidad que tiene el mundo de llorar, a fin de limpiar la mirada con las lágrimas del dolor que se deja conmover por el dolor de los demás. He aquí una clave para aprender a mirar fraternalmente: “Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia de llorar, de ‘sufrir con’: ¡la globalización de la indiferencia nos ha quitado la capacidad de llorar!”5.
Llorar por nuestra casa común, llorar el maltrato y el uso irresponsable de los bienes que Dios ha puesto en ella, llorar los hijos de la guerra, llorar los muertos de la pandemia, llorar a los adolescentes y jóvenes rotos, atravesados por el flagelo de la droga y del alcohol, llorar con sus madres…
Nos dice Francisco: “Al mundo de hoy le falta llorar. Lloran los marginados, lloran aquellos que son dejados de lado, lloran los despreciados, pero aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades no sabemos llorar. Solamente ciertas realidades de la vida se ven con los ojos limpios por las lágrimas. Los invito a que cada uno se pregunte: ¿Yo aprendí a llorar? (…) ¿O mi llanto es el llanto caprichoso de aquel que llora porque le gustaría tener algo más? Y esto es lo primero que yo quisiera decirles: Aprendamos a llorar”.
b. Escuchar:
“Sobre muchas cuestiones concretas la Iglesia no tiene por qué proponer una palabra definitiva y entiende que debe escuchar y promover el debate honesto entre los científicos, respetando la diversidad de opiniones” (LS 61).
Hemos perdido la capacidad de escucharnos, por eso no hay posibilidades de encuentro, a pesar de las diferencias; tenemos muchos “tapones de cera”: el de la intolerancia, el de la soberbia intelectual. Así como a veces tenemos que limpiar nuestros oídos, también debemos utilizar hisopos imaginarios que nos abran la mente y el corazón, los hisopos de la humildad, del respeto, del interés, de la apertura a la diversidad de opiniones.
Y así comenzar a ejercitarnos en el diálogo, algo tan propio de los seres humanos, pero tan perdido a la vez.
c. Dialogar:
La palabra diálogo figura 25 veces en Laudato Si’. El Papa plantea un nuevo diálogo entre todos sobre la casa común; también pide un diálogo interdisciplinario, interreligioso, entre las ciencias mismas y entre los distintos movimientos ecologistas. Accedamos directamente a los textos:
“Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos” (LS 14).
Y más adelante: “Necesitamos una política que piense con visión amplia, y que lleve adelante un replanteo integral, incorporando en un diálogo interdisciplinario los diversos aspectos de la crisis” (LS 197).
“La mayor parte de los habitantes del planeta se declaran creyentes, y esto debería provocar a las religiones a entrar en un diálogo entre ellas orientado al cuidado de la naturaleza, a la defensa de los pobres, a la construcción de redes de respeto y de fraternidad. Es imperioso también un diálogo entre las ciencias mismas. (…) También se vuelve necesario un diálogo abierto y amable entre los diferentes movimientos ecologistas (LS 201).
Entonces, es imperioso pasar de la lectura y la reflexión del Magisterio de Francisco a la acción; es hora de concreciones, ya no hay lugar para análisis teóricos y abstractos, “hoy es urgente dar un testimonio creíble de la verdad y de los valores del Evangelio6”.
Porque la amistad social sigue esperando.
Si Dios es el Dios de la vida, y lo es,
a nosotros no nos es lícito
matar a los hermanos en su nombre.
Si Dios es el Dios de la paz, y lo es,
a nosotros no nos es lícito
hacer la guerra en su nombre.
Si Dios es el Dios del amor, y lo es,
a nosotros no nos es lícito
odiar a los hermanos7.
*El autor es obispo de Río Gallegos (provincia de Santa Cruz, Argentina) y trabaja para la Pastoral Carcelaria del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). También es vicepresidente de la Comisión Internacional de Pastoral Carcelaria.
1. Francisco (2015). Carta Encíclica Laudato Si’, n.º 3. Ciudad del Vaticano.
2. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (2007). Documento conclusivo de Aparecida, n.° 65. Aparecida (Brasil).
3. Francisco, Discurso en el hospital de Cracovia, julio 2016.
4. Juan 3, 1-5.
5. Francisco, Homilía en la visita a Lampedusa, 2013.
6. Francisco, 31 de enero de 2015. 7. Francisco, Oración de sufragio por las víctimas de la guerra, Palabras introductorias, Mosul, 7 de marzo de 2021.