Testimonios de la vida cotidiana – Dos breves pero profundas experiencias de amor concreto.

Recogidos por la redacción

Lo que hagas a otra persona, a mí me los haces

Una noche salí del trabajo cansado, tomé una ducha y me fui a acostar. A las 22:30 escuché algunos golpes en el portón y fui a hablar con la persona que llamaba. Era una vecina que quería que la ayudara con una llave del lavaplatos de su cocina que estaba en mal estado. Ella había comprado una nueva, había desarmado completamente el mueble, pero no podía resolver la situación.

Pasé como una hora trabajando para poner la nueva llave, después de sacar la antigua. Coloqué el flexible y todo funcionó bien. Terminé de limpiar el mueble y le agradecí. Sin entender por qué le daba las gracias, me contestó: “Soy yo la que tengo que agradecerte por tu tiempo y por aceptar venir a ayudarme a esta hora.” También estaba su hija y mi respuesta a ambas fue simple: “Tengo que agradecerles a ustedes dos por permitirme hacer un bien antes de terminar el día”. Me quedé muy contento y la vecina contaba lo sucedido a todos los otros del patio donde vive. 

Dieu Bon Celestín (Chile)

Mi misa por la Pascua de Chiara

Este mes se cumple un nuevo año de la partida de Chiara Lubich (14 de marzo). Recuerdo la misa del año pasado en la que se celebraba justamente su Pascua. Una vez terminado el rezo del Rosario, una señora comenzó a estornudar sin parar al punto de comenzar a ahogarse y no poder respirar. La asistieron pero no lograba recuperarse, continuaba muy ahogada y antes de comenzar la misa con otra señora la trasladamos en mi auto a un centro asistencial de urgencia. En el trayecto le ofrecí mi misa a Chiara y afortunadamente llegamos bien y la atendieron inmediatamente logrando estabilizarla hasta poder respirar con mayor normalidad. Llegó el marido, se quedó con ella y volví a la misa. Llegué justo al momento de la Comunión, recibí a Jesús Eucaristía con especial amor por la tremenda oportunidad que me brindó para hacer mi ofrenda y dedicarla en ese día de la Pascua de mi madre espiritual.

Llegando a casa, me aborda un vecino pidiéndome ayuda para echar a andar su vehículo porque se le había agotado la batería. Sacamos el auto empujando y luego le di corriente desde la batería de mi auto para que el de él arrancara. Y así fue.

Sentí un profundo agradecimiento a Dios por ese tremendo regalo recibido de Chiara como es el Ideal de la Unidad, que me permite amar a mi prójimo concretamente en el momento presente. Ser instrumentos de su amor para los demás.

Guillermo Navarrete (Chile)

El prójimo, un regalo
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