Desde Venezuela – El país oriental se presenta como uno de los territorios que mayor estabilidad garantiza a nivel regional. Aun así, emigrar a Uruguay puede significar un complejo proceso de inserción y adaptación a un país con una calidad de vida buena pero costosa. Eso cuenta Diana Porras, joven de 20 años que dejó su Venezuela natal en búsqueda de una mejor educación.
por Ignacio Amaro (Uruguay)
La inmigración en Uruguay es una parte fundamental de la historia del país. Este fenómeno aumentó de manera exponencial a lo largo del tiempo y la tendencia es que siga creciendo. En los últimos años, el número de inmigrantes que viven en tierras orientales ha aumentado en 29.468 personas, un 37, 4 %.
Es así que, actualmente, en Uruguay viven, según informa la ONU, 108.267 inmigrantes, provenientes principalmente de Argentina, España y Venezuela. Esto supone un 3, 16 % de toda la población, que lo ubica en el puesto 112 del ranking de inmigración a nivel mundial.
Estas cifras nos ofrecen la siguiente realidad: Uruguay resulta una opción importante en comparación con otros países de la región, debido a sus políticas migratorias flexibles y su buena calidad de vida.
Esto nos hace pensar, entonces, que el país oriental resultaría ser un paraíso para el extranjero. Pero… ¿esto es realmente así? ¿Cómo es la mirada del inmigrante? ¿Qué realidad le toca vivir?
Las razones por las cuales las personas migran de sus países de origen son múltiples y complejas. Algunas de ellas tienen que ver con la imposibilidad de llevar una vida decente, con la dificultad de encontrar trabajo o con la falta o falla generalizada de los servicios públicos de salud, seguridad y educación.
La elección de partir también se toma a raíz de conflictos armados, criminalidad generalizada, represión institucional o incluso persecución de ciertos grupos por motivos políticos o étnicos.
Por un conjunto de situaciones de esta índole es que Diana Porras, estudiante de 20 años que vive en Uruguay, tuvo que dejar su Venezuela natal. “El motivo que me llevó a emigrar es bastante complejo, pero 2016 y 2017 fueron los años más críticos en Venezuela con respecto a las protestas, agresiones de parte del Gobierno hacia la gente”, dice la joven en diálogo con Ciudad Nueva.
“También fueron años donde hubo mucha escasez en el sentido de las necesidades básicas, como agua, luz, comida. En lo personal, mis padres querían que, como mínimo e indispensable, tuviese una buena educación. Pero con el deterioro del Gobierno a lo largo de los últimos años también se fue degradando la educación, ya sea pública o privada”, explica.
Las barreras culturales y lingüísticas son problemas que también afectan a quienes deben reinsertarse en nuevas comunidades. Esto condiciona sus posibilidades de integración, teniendo que adaptarse a un contexto totalmente distinto. Con respecto a esto, Diana detalla lo siguiente: “Hasta el día de hoy sigue siendo un proceso de adaptación a otro país, a otra cultura. En mi experiencia personal no tengo ese sentimiento de pertenencia, siento que lo perdí. Siento que estoy en otro país del que no soy parte, por eso respeto mucho toda la cultura. Obviamente, también fue difícil porque a uno le quitan su entorno, su día a día, su rutina, sus hábitos y eso es lo que caracteriza a una persona y la hace ser quien es”.
Además, agregó que desde su perspectiva considera a los venezolanos como personas mucho más cálidas, amorosas y empáticas que las uruguayas. También percibe que el uruguayo es un poco más frío, más distante, y fue por ello que se le hizo un poco más duro adaptarse a esas formas.
Los datos sobre la integración de los migrantes abarcan una amplia gama de información, incluyendo el hecho de si los migrantes se están integrando en las esferas económica, social, cultural y política de la sociedad, la discriminación a la que se enfrentan, cómo afectan las políticas a la inclusión de los migrantes y cómo percibe la sociedad a los migrantes y la inmigración.
Desde su llegada al país, Diana aseguró haber recibido en varias ocasiones violencia verbal y discriminación, solo por el hecho de ser inmigrante.
“Lo he vivido desde que llegué, no solo en mí, sino también con mi madre. Ha pasado por muchas situaciones feas con respecto a ese tema. Justo ahora que estoy con un trabajo donde dos de mis encargados son venezolanos, lo he visto también con ellos y son momentos muy fuertes. Tienen contacto con muchas personas y ellos son vulnerables en muchos sentidos. Te hace aprender a lidiar con eso”, cuenta la joven.
“Después de presenciar situaciones así, pensé: ‘Aquí hay dos opciones, o me pongo mal cada vez que me suceda o aprendo a lidiar con esto’. Creo que a los extranjeros nos toca aprender a lidiar con esa discriminación, aunque es feo decirlo, pero esa es la opción que toca. Yo trabajo en una tienda de ropa y me ha pasado que las personas se enojan hasta por el mínimo detalle y te empiezan a decir cosas muy despectivas. No solo lo he visto con venezolanos, sino también con los cubanos, hacen comentarios muy despectivos. Estoy totalmente en contra de esto, pero bueno, tuve que aprender a sobrellevarlo”.
De igual forma, esta joven ve Uruguay como un buen destino para los inmigrantes, debido a la accesibilidad y pocas trabas que existen para llegar aquí. “En el momento en que yo vine, si no me equivoco, los papeles que tenía que presentar eran bastante básicos. Fue fácil por ese lado, por ahí lo más difícil en Venezuela fue conseguir ese tipo de papeles, pero en general acá resultó sencillo entrar, además de la rapidez de los trámites, eso es bastante beneficioso”.
En cuanto a la economía, consideró que Uruguay es muy positivo para los extranjeros, pero aclaró que tiene sus limitaciones.
“Es un gran país que brinda muchas oportunidades para personas que vienen de otras realidades. Al extranjero se le puede abrir una puerta muy grande por venir acá. Sin embargo, es una limitación y una realidad también. Es un país bastante caro y para una persona que no tiene ningún tipo de contacto o que viene totalmente sola para empezar de cero es bastante complicado”, reconoce.
Sin dudas, Uruguay es un gran destino para los extranjeros a la hora de emigrar porque ofrece muchas facilidades y posibilidades. De igual manera, hay que tener en claro que existen muchas limitaciones y realidades en el ámbito socioeconómico que debe mejorarse si quiere convertirse en un país modelo en este sector •
Buen artículo. Uruguay sin duda es un buen destino si vienes legalmente y con la buena disposición a aprender y abrirte camino en otras cosas que no necesariamente sean tu profesión o ocupación habitual. Es costoso pero a la vez te brinda un sistema de salud público eficiente, una educación pública aceptable, posibilidades de créditos para adquirir vivienda o auto. Una economía estable que te hace pensar que es un país normal con muchas posibilidades de desarrollo y funcional en lo económico y político. Soy venezolano casado con uruguaya y mi experiencia hasta el momento en el país ha sido positiva. El uruguayo es amable, muy educado y cordial.