Esa tristeza que cuelga
donde termina tu pelo,
viene de un mar que ha secado

mientras soñabas anhelos (1).

por Gabriel Ferrero

Diane Denoir contó alguna vez que esa noche, cuando llegó al boliche donde tocaba Mateo, llegó mal. Mateo le pidió y le insistió para que cantara algún tema. No hubo caso. A la tarde siguiente, cuando Mateo llegó a su casa, le cantó “Esa tristeza” y le dijo: “Esta sos vos”. Así nació un tema crucial para la música uruguaya. Lo aprendí de niño, pero lo sentí dentro de mí otra vez hace poco, en un bar de la ciudad de La Plata.

La chiquilina se acercó a nuestra mesa y musitó un susurro tan inaudible como innecesario. Parecía genuinamente tímida, o avergonzada. Yo sentía más vergüenza que ella. Pero algo misterioso me dio un atisbo de claridad. La miré a los ojos, le pedí perdón como pude y le expliqué que ya tenía un montón de pañuelos. Pero le propuse que igual hiciéramos de cuenta que me los había vendido y le di el billete más grande que pude. Me pareció que estaba un poquito sorprendida, creo que murmuró un “gracias” y se fue.

Quedé trabado. La culpa, como si fuera toda la culpa del mundo, me aplastó. Mi amigo me miraba, curioso. Lo había interrumpido mientras me contaba que su vida se deshacía. Solamente pude dejar caer las lágrimas. Era lo que los dos necesitábamos •

1. “Esa tristeza”, Eduardo Mateo, 1967.

Esa tristeza
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