De la vida cotidiana – Actos de amor concreto que ayudan a salir de uno mismo y atender las necesidades del otro.
Recogidos por la redacción
Construir también en la familia
Luego de un día complicado y largo en el trabajo, salí bastante cansado, solo pensando en llegar a casa, sentarme a tomar un buen café con leche y mirar el informativo despejando la mente. Cuando llegué a casa, ante una pregunta de mi hija me di cuenta que me había olvidado de llevarle un material que me había pedido y que necesitaba para el otro día. Era un horario en el que los comercios ya estaban cerrados y la única alternativa era el shopping, aunque también cerraría en apenas 35 minutos.
El momento presente me pedía dar un paso y renunciar a mi necesidad de descansar. Rápidamente me hice el café con leche y en cinco minutos salí nuevamente de casa. Me dije a mí mismo que debía hacer eso con alegría.
En viaje para el shopping me tocaban todos los semáforos en rojo. Por momentos pensaba que no llegaría pero tenía la convicción que si estaba viviendo el presente y haciendo la voluntad de Dios de ese momento llegaría con el tiempo necesario.
Ya era la hora de cierre y cuando bajé la rampa de estacionamiento del centro comercial veo todo lleno, aunque justo sale un auto delante de mí y estacioné inmediatamente. Fui al local, compré el material para mi hija y luego cerró.
Con alegría volví para casa, pensando que más allá de todo el día dedicado al trabajo, también tuve la oportunidad de amar concretamente y dar respuesta a la familia. Si bien se puede pensar que son cosas prácticas y pequeñas del día a día, son momentos importantes donde debemos saber perder nuestra idea, para estar presentes y construir también en la familia.
Santiago Rebellatto
Amar sin esperar nada a cambio…
Desde hace un par de meses, por recomendación de mi traumatólogo, voy regularmente a un gimnasio que se encuentra en el tercer piso de un centro comercial de mi ciudad. Suelo hacer mi práctica al salir de mi trabajo y para ello, llevo siempre en un bolso mi ropa deportiva.
Luego de terminar mi rutina quise ir al vestuario para cambiarme, pero la secretaria me dijo que estaba cerrado y me recomendó utilizar el baño del centro comercial que está en el primer piso.
Al entrar allí, con mucha sorpresa, me encontré con un hombre que no se encontraba bien por un problema de descompostura. Su pantalón se había manchado todo y estaba intentando limpiarlo de alguna manera. Le pregunté cómo podía ayudarlo y me contó que venía de otra ciudad y al sentirse mal, decidió entrar al centro comercial.
Me dirigí a la planta baja y hablé con el guardia de seguridad para ver qué podíamos hacer por ese señor. Mientras hablaba con él, recordé que en mi bolso tenía el pantalón que había utilizado ese día durante mi jornada laboral. Le dije entonces que tenía una solución para el problema y se puso contento de poder ayudar de algún modo al hombre.
Subí nuevamente al baño del primer piso, seguro de que Jesús en esa persona me estaba dando la oportunidad de amar sin esperar nada a cambio.
Le ofrecí mi pantalón al señor, se lo probó y le quedó perfecto, como hecho a su medida. Él estaba sorprendido y a toda costa quería pagarme. Me pedía que le recibiera su dinero a cambio. Yo, por supuesto, me negué: ¡el pantalón ya no me pertenecía, era suyo!
Cuando me retiraba del lugar me encontré con el guardia nuevamente y le conté que estaba todo resuelto. Nos despedimos con alegría. ¡También él había sido partícipe de ese acto de amor concreto!
Jorge “Pupi” Daghero
Estoy construyendo El Dado de la Paz,pensé,llevarlo para dárselo a Estela,por si estaba dentro,de la Iglesia,pero con un poco de duda,antes de llegar a la iglesia Estela venía con su perrito y su bastón,así,que lo recibió muy contenta,ella no entraba a la Iglesia,en ese momento,así pensé que el Señor preparo ese momento,para entregarle el Dado