Sincronía y armonía – Un ejemplo de la naturaleza nos ofrece la posibilidad de pensar nuestra relación dentro de un grupo o comunidad. La supervivencia puede resultar de la aplicación de reglas simples, como el hecho de tener en cuenta a los demás.

Por Catherine Belzung (Francia)*

El movimiento colectivo y sincronizado de grupos de animales es bastante impresionante e intrigante. De hecho, en la naturaleza se puede observar que miles de individuos se mueven juntos en bancos de peces, bandadas de pájaros y manadas de ungulados africanos corriendo. El tamaño de dichos grupos puede ser variable, desde tener sólo unos pocos miembros hasta estar compuestos por miles de animales. Uno de los aspectos más desconcertantes de este fenómeno es que parece funcionar perfectamente, en armonía, incluso sin ningún líder. Además, es capaz de adaptarse a nuevas situaciones, como puede ser el aumento de la densidad del grupo. Sin embargo, cabría preguntarse cómo es posible esto. ¿Cómo proceden estos animales a moverse juntos en un unísono tan perfecto? Además, ¿por qué lo hacen? ¿Les ofrece alguna ventaja? 

Comencemos con la primera pregunta. ¿Cómo es posible tal sincronía? ¿Requiere reglas muy complejas? Parecería que no ya que, por el contrario, los estudios muestran que este movimiento, en apariencia tan complejo, surge de la implementación de reglas muy simples, que cada individuo aplica a partir de la percepción de lo que sucede cerca suyo. De hecho, para crear tal autoorganización de grupos grandes, es suficiente que cada individuo implemente tres reglas simples: 1) evitar colisiones con compañeros de bandada cercanos; 2) intentar igualar la velocidad y dirección de los otros miembros del grupo; 3) intentar permanecer cerca de sus compañeros de bandada cercanos. Estas tres reglas requieren la capacidad de percibir a los demás animales, recibir información de ellos sobre su posición real y tener en cuenta su comportamiento en cada momento para implementar dichas reglas. 

Moverse juntos en sincronía ofrece muchas ventajas, y por este motivo podría haber sido seleccionado durante el proceso evolutivo de las especies. Por ejemplo, ofrece protección contra los depredadores, a quienes les resulta mucho más fácil perseguir a un individuo que está solo. Además, en grupo la probabilidad de que al menos un individuo haya identificado al depredador es alta: en este caso, emitirá vocalizaciones para advertir a los miembros de la misma especie, que luego podrán escapar. Estar en grupo también proporciona una gran ventaja para buscar comida a través de un proceso llamado “intercambio de información”: si todos están buscando comida, el primer individuo que identifique una fuente confiable de alimento alertará a toda la bandada y, por lo tanto, todos los individuos beneficiarse de ello. 

Escapar de los depredadores y tener éxito en la búsqueda de alimento son dos comportamientos cruciales necesarios para mejorar la aptitud y la supervivencia. Así, este ejemplo muestra que la supervivencia puede resultar de la aplicación de reglas simples, como el hecho de tener en cuenta a los demás. De esto (reglas simples que se aplican juntas) pueden surgir la autoorganización y la complejidad, creando sincronía y armonía •

*Catherine Belzung es profesora titular de Neurociencias en la Universidad de Tours (Francia), miembro senior del Institut Universitaire de France desde 2014 y presidenta de iBrain.

La complejidad puede surgir de reglas simples
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