Análisis – ¿Qué es exactamente el plástico? ¿Dónde está, cómo se genera y a dónde va? Conocer el ciclo de vida es fundamental para entender la magnitud de un serio problema a nivel mundial y para saber qué estrategias podemos emplear para enfrentarlo.
Por María Florencia Decarlini (Uruguay)*
La imagen de la tortuga marina enredada en una bolsa de plástico o de la enorme isla de 1,6 millones de km2 y unas 80.000 toneladas de plástico que no para de crecer en el Océano Pacífico son realidades que nos conmueven e interpelan. Actualmente, una media de 8 millones de toneladas de plástico es vertida cada año a los océanos, lo que equivale a vaciar un camión de basura lleno de plástico cada minuto. Si no cambiamos de tendencia, en 2025 nuestros océanos tendrán 1 tonelada de plástico por cada 3 de pescado, y en 2050 habrá más plásticos que peces.
Tenemos que hacer algo urgentemente. Pero para poder combatir, necesitamos conocer quién es el enemigo, dónde está y con qué estrategias podemos contar para nuestra lucha.
¿A qué llamamos plástico?
El origen de la palabra plástico viene del griego que significa formar. De hecho, el material plástico se caracteriza por una gran capacidad para moldearse y modificar su forma de manera permanente, razón que lo hace muy apreciado en la industria.
La materia prima proviene de materiales como la celulosa, el carbón, el gas natural y, principalmente, el petróleo. A partir de la nafta (fracción de un 4% del petróleo crudo) se obtienen sustancias intermedias como el propileno, el etileno y el butileno, con los que se crean los polímeros a través de una reacción química llamada polimerización.
Podemos distinguir tres tipos de plásticos. Los termoplásticos son los más utilizados, debido a que aplicándole calor pueden moldearse en la forma deseada, la cual se conserva al enfriarse: bolsas, botellas, envases de alimentos, protectores para embalaje, tuberías y cajas. Luego están los termoestables, que tienen moléculas organizadas de forma más compleja y que sólo pueden deformarse una vez. Son las bases de enchufes, interruptores, piscinas, embarcaciones. Por último se encuentran los elastómeros, cuya principal propiedad es la elasticidad, de forma que cuando dejamos de aplicarle una fuerza, vuelven a su forma original, utilizándose para neumáticos, mangueras, neoprenos, gomaespuma, prótesis, sondas.
Para ayudar a identificar y clasificar el plástico reciclable se desarrolló un código estándar, que tiene siete categorías. El código se encuentra en la parte inferior de los recipientes y se compone de tres flechas que crean un triángulo con esquinas redondeadas. Dentro de cada triángulo hay un número que identifica qué tipo de plástico es. El número 1 es el PET, que representa el más fácil de reciclar (envases de bebidas en general), mientras que el 7 es el último, donde se encuentran los plásticos no reciclables. Si bien, en teoría, las primeras seis categorías serían plásticos reciclables, en nuestros países se reciclan los tipos 1, 2 y 4, porque no hay tecnología para reciclar los demás. Si consideramos, en cambio, los aditivos y la estabilidad de los distintos tipos, debemos decir que los productos plásticos más seguros para la salud son el 2, 4 y 5.
Los plásticos se utilizan principalmente en envases, seguidos de otros sectores productivos como la construcción, el transporte y los textiles. El sector del embalaje es el mayor generador de residuos plásticos (46%), seguido por los textiles (15%), los productos de consumo (12%), el transporte (6%), la construcción (4%) y el eléctrico (4%).
El 40% de todos los residuos de envases de plástico terminan en basurales, donde puede demorar hasta 1000 años en descomponerse, liberando sustancias potencialmente tóxicas al suelo y al agua. El 32% se pierde en el medio ambiente, el 14% se incinera y sólo el 10% se recicla efectivamente.
¿Dónde está el plástico?
Llegamos a la conclusión que está por doquier en nuestra vida diaria, no sólo en forma visible (macroplásticos), sino también como microplásticos, contaminando el aire, el suelo y el agua.
Los macroplásticos en los basurales se fragmentan y degradan, y se convierten en gran parte en microplásticos, que se suman a los vertidos como deshechos de zonas industriales y urbanas, y a la liberación de fragmentos de plástico de materiales en uso como las redes de pesca, neumáticos y pinturas. Otra de las principales fuentes también son los cosméticos y productos de higiene personal, junto con las fibras sintéticas de productos textiles.
Los microplásticos actualmente están dispersos por todas partes del planeta, desde los océanos hasta los ríos, sedimentos, suelo, aire, organismos vivos e incluso en los recursos alimenticios y en zonas remotas del planeta como el Ártico y glaciares montañosos. En sí, son inertes, pero se vuelven tóxicos porque durante su manufactura o depósito en los mares absorben una serie de sustancias y toxinas que afectan la salud y la reproducción de los organismos. En los océanos pueden ser ingeridos por animales marinos y pueden terminar en humanos a través de la cadena alimentaria.
La mayoría de los microplásticos que se encuentran en el aire interior proceden de fibras de plástico liberadas de la ropa sintética y de los textiles usados en el hogar (el acrílico, el nylon y el poliéster representan un 60% de la producción textil mundial). Cuando este tipo de textil se lava, se liberan fibras que terminan en las aguas residuales. El uso de esas aguas residuales para riego provoca que varios miles de toneladas de microplásticos terminen en nuestros cultivos cada año.
¿Qué estrategias posibles tenemos?
El problema no es el plástico, sino el uso que hacemos de él. Visualizar nuestro futuro sin este material no es posible, ni tampoco sostenible. Tenemos que ver los residuos plásticos como un recurso valioso. Se está́ trabajando en el desarrollo de nuevas tecnologías como el reciclaje químico, que complementa al reciclaje mecánico. Existen proyectos que se enfocan en el ecodiseño para hacer plástico biodegradable. Estamos avanzando en un buen camino, pero el ritmo tiene que acelerarse para alcanzar los objetivos de circularidad a medio y largo plazo. La Economía Circular es una parte fundamental de la solución, ya que se puede prevenir la mayor parte de la contaminación por plásticos.
Desde el punto de vista industrial se deberían fijar cuatro objetivos estratégicos: 1) eliminar y sustituir artículos plásticos problemáticos e innecesarios, incluidos aditivos peligrosos; 2) garantizar que los productos de plástico estén diseñados para ser circulares –reutilizables como primera prioridad, y reciclables o compostables después de múltiples usos al final de su vida útil–; 3) cerrar el círculo de los plásticos en la economía garantizando que los productos circulen en la práctica –reutilizados, reciclados o convertidos en abono–; 4) gestionar los plásticos que no se pueden reutilizar ni reciclar –incluida la contaminación existente– de forma ambientalmente responsable.
Como sociedad no tenemos que bajar los brazos en la tarea de educar y concientizar a todos sobre el mejor manejo de residuos, sobre cómo reducir, reutilizar y reciclar. Podemos organizar voluntariados para limpiar zonas de macroplásticos y elegir productos que certifiquen condiciones aptas de producción y reciclaje.
Desde lo personal, necesitamos cambiar nuestros hábitos, eliminando la utilización de plásticos innecesarios, buscando productos que sean biodegradables y gestionando mejor nuestros desechos, para que lleguen efectivamente a ser reciclados •
*La autora es Doctora en Bioquímica e investigadora en Química verde.
Macroplásticos: Cualquier cosa hecha de plástico que se pueda ver fácilmente, generalmente se considera superior a 5 milímetros de diámetro.
Microplásticos: Partículas de menos de 5 mm de diámetro.
Los microplásticos primarios se fabrican para llevar a cabo una función específica (por ejemplo, las perlas de limpieza abrasivas en cosméticos).
Los microplásticos secundarios resultan del desgaste o la fragmentación de objetos más grandes, tanto durante el uso y después de su pérdida al medio ambiente.