La fuerza de la cercanía

Hace varios años, junto con colegas de diversas profesiones, nos animamos a iniciar lo que entonces llamamos “incubadora” de empresas, y que hoy es el Centro de Desarrollo Organizacional (CdO). En ese momento se sumaron jóvenes estudiantes de la Universidad donde uno de nosotros trabaja. La Economía de Comunión nos había enseñado que una cultura basada en el compartir puede abrir no solo los corazones, sino también los talentos para todos.

Por Equipo del CdO: María Ines Silvestro. Luis Erian. Cesar Cucchi. Luis Alonso Castellanos (Argentina)

Estamos convencidos de que hay muchas situaciones en las que podemos acompañar. Hemos aprendido que lo más importante es ayudarnos a “perder tiempo”, cuando quizás a alguno de nosotros se le vuelve difícil el camino de la vida. Hemos constatado en el acompañar que las herramientas y métodos de gestión son importantes, pero no bastan por sí solos. Alcanzan su verdadero potencial cuando se viven desde la comunión: cuando las decisiones, además de ser técnicas y bien fundamentadas, nacen de una mirada con los ojos del corazón. Así, la gestión deja de ser un conjunto de procedimientos fríos para convertirse en un estilo que impulsa a construir juntos.

Las experiencias de acompañamiento fueron variadas, pero mirándolas en el tiempo, nos dimos cuenta que hay encuentros que marcan un antes y un después. Esa es la fuerza de la cercanía: no cambia mágicamente las circunstancias, pero sí transforma a las personas que las atraviesan.

Ser cercanos no es solo “estar al lado”, sino “estar con”: compartir el camino, invitar a mirar más profundo, celebrar avances y sostener en las dudas. Es un acompañamiento que no se impone, sino que camina al ritmo del otro.

La cercanía comienza con la escucha. Una escucha activa que abre espacio para que el otro se exprese sin juicios. Se trata de estar disponible a lo nuevo que el otro pueda ofrecer, con sus gestos y diferencias. Cuando esto ocurre, florecen la confianza y el compromiso mutuo.

Estar cerca implica también mirar desde la perspectiva del otro. No es resolverle la vida, sino ayudarle a descubrir sus propias respuestas. A veces significa acompañar en silencio; otras, dialogar incluso en el disenso. Es una escuela de paciencia, respeto y reciprocidad.

En un mundo acelerado y competitivo, la cercanía es un acto contracultural: detenerse, mirar a los ojos y crear un “nosotros” donde antes había un “yo” y un “tú”. Este “nosotros” se cultiva día a día, eligiendo escuchar, dialogar con respeto y construir juntos. Como afirma Cavalieri1: “Existen muchas relaciones distintas, pero aquellas fundadas en la reciprocidad constituyen un paradigma… El otro me hace ser, contribuye a despertar aquello que soy y puedo ser. En la dinámica de reciprocidad yo estoy atento al otro, lo acojo, lo sostengo, y él asume la misma actitud hacia mí”.

En una oportunidad, nos tocó hacer un trabajo de acompañamiento a un equipo de jóvenes2. Al finalizar, uno de ellos nos escribió: “Quiero agradecerles el tiempo, la escucha y la calidez. Me llevo la tarea de revisar mi vida y el lugar que ocupa el trabajo en ella. Siento que soy idealista, pero necesito orden y método. Me llevo ‘tareítas’ internas y grupales”.

Ser cercanos es compartir logros y fragilidades. Es ofrecer tiempo, atención y corazón para que el otro despliegue lo mejor de sí. Es donarse más que dar cosas, abrir la propia vida para que la del otro entre.

A veces emergen conflictos y palabras no dichas. La cercanía no significa evitar el dolor o quedar bien, sino atravesar juntos la “noche”. Se necesita confianza para ponerse en el lugar del otro y superar diferencias.

La cercanía genera comunión, y la comunión transforma realidades. Cuando dejamos de ver al otro como rival y lo reconocemos como compañero, incluso los conflictos se convierten en oportunidades de crecimiento.

Vivir la cercanía no es un añadido a nuestras tareas. Es el corazón de la vocación a la unidad. Significa que el otro, con su historia y riqueza, forme parte de mi vida y yo de la suya. Tony Mifsud3 lo expresa así: “La solidaridad no desconoce el conflicto, pero es capaz de asumir la perspectiva del otro, jerarquizar necesidades y pensar más allá de la propia conveniencia”.

En este camino, la cercanía se vuelve recíproca: quien acompaña también recibe, crece y se transforma. Rompe el individualismo y abre a un modo de vivir más fraterno.

Incluso en momentos de dificultad económica, la Providencia y la comunión con otros nos han abierto nuevas posibilidades de acompañar. Esa experiencia nos confirma que, en definitiva, la cercanía es semilla de esperanza y transformación•

1. Cavalieri P. (2007:12): Viviendo el uno con el otroPara una cultura de relación, Ciudad Nueva. Bs As Argentina.

2. Entrevista realizada en julio del 2023 a uno de los acompañados por el CdO.

3. Mifsud T.: La Solidaridad en la Economía de Mercado. Ediciones San Pablo. Santiago de Chile.  

Nota: Para conocer más sobre nuestro trabajo, pueden escribirnos a centrodedesarrollocdo@gmail.com

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