Aprendamos juntos a ser padres e hijos – Trazamos aquí algunas líneas educativas imprescindibles para el desarrollo de cualquier niño: el aporte de los abuelos.
Por Ezio Aceti (Italia)
¡Si los abuelos no existieran habría que inventarlos!
Creo que sería útil tener siempre a mano un abuelo en el armario de casa, porque su función es muy útil e importante para el niño.
Si bien es cierto que existen abuelos “tiranos” que son invasivos y a veces tienden a hacer a un lado al yerno o la nuera, también es cierto que las funciones tan importantes que cumplen los abuelos son, por lejos, particularmente educativas y formativas para cualquier criatura.
En una sociedad donde nacen pocos niños, los abuelos nos recuerdan el tiempo pasado, la continuidad de los afectos, el transcurrir de los hechos de la vida.
Nos recuerdan el tiempo de antaño, premonitorio de una historia que continúa y proseguirá con los hijos y los nietos.
¡Desde ya que tener abuelos es una gran fortuna para el niño!
En efecto, ellos son una base de seguridad para el niño, un lugar donde encuentra protección, reparo y amor cuando todo anda mal: cuando la madre falta porque está enferma, cuando los padres tienen que viajar, ir al trabajo o simplemente “salen”.
De hecho y a diferencia de los padres, que con frecuencia están preocupados por la vida, por las vicisitudes y por el futuro de la familia, ellos ya vivieron su vida y no tienen ambiciones o perspectivas particulares, por eso están a total disposición de los nietos.
Hoy los abuelos son cada vez más importantes, no solo por la ayuda económica que pueden ofrecer a los hijos sino, sobre todo, por el apoyo psicológico y emotivo a los nietos.
Melania Klein (Viena, 1882-Londres, 1960), psicoanalista infantil, discípula de Freud, destacó de manera determinante el rol de los abuelos. Ella confía a los abuelos una misión muy importante, la de brindar un aporte significativo a la construcción de un mundo interior gratificante y bueno, alejado de los inevitables conflictos que unen a padres e hijos.
A través de las relaciones positivas con sus nietos, los abuelos contribuyen de manera decisiva a la percepción positiva de la vida y a la posibilidad de controlar las emociones contradictorias que los niños experimentan en las frustraciones.
Los abuelos representan la continuidad de los afectos, el tiempo que pasa y que da testimonio del amor desinteresado que los hombres son capaces de donar.
En efecto, los niños perciben la disponibilidad de los abuelos como un edén del cual llevarse todo lo que sea posible, comprenden que la vida es esencialmente buena y pueden interiorizar el mundo como experiencia gratificante y segura.
Es verdad, sabemos que en realidad no es así, pero también contamos con las herramientas para comprenderlo mediante una lógica racional, capaz de entender que el bien y el mal conviven y que es necesario elegir para vivir el bien.
El niño, en cambio, con su lógica egocéntrica, tiene dificultad para entender las dos caras de la moneda y percibe las cosas como totalmente buenas o totalmente malas.
Entonces están los abuelos quienes, con su corazón, con su disponibilidad desinteresada, contribuyen a una percepción de la vida en modo positivo.
Por su parte, los abuelos deben ser capaces de superar y elaborar el sentimiento de exclusión que a veces pueden experimentar cuando son un poco marginados; en síntesis, deben ser capaces de aceptar la diferencia generacional con los propios hijos y en ocasiones hacerse a un lado para permitir que la relación padres-hijos se desarrolle de manera autónoma y responsable.
Pero… ¿y cuando los abuelos mueren?
En especial cuando la vida llega a su ocaso es importante que los padres no se alejen, dejando a los hijos sin explicaciones por el temor de que sufran.
Los nietos tienen el derecho de sentir que los abuelos viven en sus corazones porque los padres mantuvieron viva su partida de este mundo… Por eso los padres siempre pueden decir a los niños, aunque sean pequeños: “el abuelo ha muerto, ¿quieres saludarlo?”. Verán que los niños responderán: “sí”.
También he visto a algunos nietos besar la frente fría de la abuela muerta y decirle “adiós, abuela, adiós…”. Les garantizo que esa abuela vivirá por siempre en sus corazones y seguirá custodiando a sus nietos a través del estímulo afectuoso que ellos continuarán sintiendo •
👍👍👍