Atractivos de un carisma
Por Sonia Vargas Andrae (Bolivia)
El carisma de Chiara Lubich es como un prisma que deja pasar “el Amor Dios”, que se refracta en el mundo de hoy iluminando sus Palabras y dándonos respuestas válidas para el hombre postmoderno. Nos concentraremos en el Amor, tomando algunos puntos nodales del discurso de Chiara.
1. El Amor tiene una lógica paradojal: requiere que lo grande se haga pequeño y lo pequeño sea grande.
2. La única vocación que tiene el hombre es la vocación al Amor.
3. El Amor no tiene todo su valor en la cantidad sino en su cualidad.
4. La cualidad típica del Amor, en el carisma de Chiara, es el Amor recíproco.
5. En el Amor recíproco, que potencia la presencia de Jesús en la comunidad, está la fortaleza que transforma las pequeñas cosas de todos los días en una dimensión transformadora.
6. La cualidad y la finalidad de este Amor es establecer relaciones que vivifiquen la Unidad, el Testamento de Jesús. Chiara comprendió claramente que el Amor en Dios-Trino es perfecta unidad y perfecta diversidad, por lo tanto, la cualidad de nuestro Amor recíproco nos tendría que llevar no sólo a aceptar la diversidad, sino también a amarla.
7. El Amor recíproco no tiene medida, posee profundidad; un simple gesto de Amor nos cambia desde lo profundo y en la red silenciosa que teje miles de gestos de amor está la fortaleza de nuestra vocación: “Que todos sean Uno” (Jn 17, 21).
[…] ¿Cómo hemos logrado penetrar en la palabra de Dios, comprenderla de tal manera que nos haya parecido nueva (de otra forma no nos hubiese interesado) y cargada de una fuerza vital y revolucionaria? […] El Señor hizo así: con su pedagogía nos señaló primero algunas palabras que pueden parecer las más fáciles. Pero Él tenía un motivo bien preciso al elegir esas palabras. Eran las que se referían generalmente al amor: “Ama al prójimo como a ti mismo”, “ámense mutuamente”, “amen al enemigo”, “amen…”. En fin, siempre el Amor. Y el motivo de esta elección nos parece que haya sido –pero lo comprendimos más tarde– el siguiente: quien ama ve, por lo tanto, comprende […] por consiguiente, se llena de luz, porque el fruto del Amor es una iluminación interior. Pero aún más: el Amor que Dios pone dentro –diciéndonos que amemos con su amor– es un Amor “sobrenatural”, es la participación de nuestro amor al Amor de Dios y es, por lo tanto, por su naturaleza, recíproco, mutuo. Ahora bien, con la reciprocidad del Amor sucedía que el Señor nos acostumbraba poco a poco a [consolidar] su presencia entre nosotros. Enseñándonos a amarnos mutuamente nos hemos dado cuenta poco a poco de que había entre nosotros una tercera persona. Y su presencia incidía en la comprensión de las palabras. Él era nuestro Maestro, quien nos enseñaba cómo debían comprenderse sus palabras. Era una especie de exégesis, hecha no por un maestro de teología, sino por Cristo mismo. […] Por otra parte, recordamos que una de las primeras páginas que nosotras, focolarinas, leímos, siendo aún pequeñas, fue el testamento de Jesús. Fue un acontecimiento de gran importancia […] Jesús, habiéndose establecido en medio de nosotros, nos ha enseñado la unidad, que es justamente el argumento del testamento de Jesús; nos ha hecho penetrar en la unidad, hemos entrado en la unidad. Y habiendo entrado en la unidad, hasta lo más profundo, hemos comprendido las raíces de las demás palabras, por eso hemos comprendido el resto del Evangelio[…]”
*Chiara Lubich, Rocca di Papa, 25 de enero de 1975. Jesús en medio y la Palabra


