Testimonios de la vida cotidiana.

Dios se ocupa de nosotros

Estaba pagando distintas cuentas de la Pyme y me encuentro con un proveedor con una negatividad tremenda, que nunca me había pedido que me acercara a pagar, ya que lo hago puntualmente siempre. Debía pedirles a los clientes que cancelaran las cuentas, ya que con la situación de este tiempo ya no daba más. Estaba muy mal, nervioso, viendo totalmente negativo el panorama. Muy tranquila, le dije que confiara, que Dios siempre se ocupa de nosotros, que su vida, sucediera lo que sucediera, no iba a cambiar mucho. Se sonrió. Me dio las gracias y me dijo: “Realmente te agradezco. No encuentro personas que me hablen así, todo el mundo viene tan negativo”. Nos sonreímos y nos despedimos. Yo salí contenta y sentí que él también quedó mejor.

Beatriz Martínez

Den y se les dará

Las decisiones que refieren al mantenimiento de mi casa las tomo sola, por lo cual lo primero que hago es encomendarme al Espíritu Santo y a mi angelito protector. La parte económica no me quita el sueño, pero es lo más bravo. Aunque la providencia siempre está presente en un ida y vuelta constante.

Una señora viene una vez por semana a ayudarme con las tareas porque yo no puedo hacer casi nada. A ella se le enfermó el esposo de leucemia, lo internaron y por ese motivo faltó dos semanas.

Cuando volvió le pagué los días que no pudo ayudarme, se quedó asombrada y no quería tomar el dinero. Le dije que Jesús me había sugerido que lo hiciera. Sabe que mi jubilación es muy poca.  Sin embargo, Jesús siempre me acomoda todo para que a veces pueda ayudar. “Den y se les dará” resuena dentro de mí. Jesús me ama tanto que siempre me envía lo que necesito, hasta el gustito de un helado o unas ricas facturas. ¡Él se encarga de Todo!

La semana pasada vino una señora que viene a pedir cuando no tiene trabajo, le pude dar algo viendo siempre a Jesús en esta buena persona. Existe como una conexión con ella, que es creyente, que a mí me conmueve muchísimo y terminamos las dos con los ojos llenos de lágrimas.

Mi rol de ama de casa lo veo con el Espíritu Santo, que es quien me indica en cada caso qué tengo que hacer.

Marta M.

Una buena vecina

Una mañana salí de casa apresurado pues el autobús que me llevaría al metro podía pasar en cualquier momento y si no lo tomaba debía esperar el próximo unos 20 minutos y eso significaba llegar tarde a la hora en que me había propuesto iniciar un trabajo, retrasando otros compromisos posteriores.

Al salir del edificio, vi en el estacionamiento a una vecina mayor que con dificultad bajaba del auto una serie de bultos. Pensé en no saludarla y seguir mi camino. Además la señora tenía fama de “vecina complicada” porque ha tenido problemas de convivencia con algunos vecinos y, hacía poco, había tratado de forma humillante a una de las personas que hace el aseo en su edificio. Pero decidí ayudarla, pues antes de salir me había propuesto, como cada jornada, vivir el Evangelio ayudándome con una frase diaria. Esta era la primera oportunidad de amar al hermano que se me presentaba en el día y gracias a Dios la supe reconocer. La saludé y me ofrecí a ayudarla a subir un par de cajas bastante pesadas a su departamento. Me contó que lo de las cajas era material de la Cruz Roja, de la que ella es voluntaria y me preguntó dónde iba, pues debía salir inmediatamente en su auto y me podía acercar a algún lugar. Con sorpresa y alegría le dije que si me dejaba en el metro me quedaba perfecto. Y así fue. Finalmente demoré menos tiempo en llegar a mi destino y descubrí a una persona muy amorosa y comprometida en ayudar al prójimo. Hoy nos saludamos como buenos vecinos.

Pablo Roa

Pequeños grandes actos
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