Pobreza significa infertilidad

Atractivos de un carisma

Por Sonia Vargas Andrae (Bolivia)

Una de las fracturas más profundas que sufre América Latina es la desigualdad cada vez más progresiva entre ricos y pobres, entre centro y marginalidad. El carisma de Chiara Lubich va a partir siempre de lo sencillo, de lo pequeño, de lo personal para lograr luego un cambio social. Pensemos, por ejemplo, en la Economía de Comunión.

La pobreza para Chiara no es solo material. La pobreza es la infertilidad de un amor generoso que se juega el todo por el todo. Pobreza es todo lo que me encadena, lo que ocupa mi corazón de tope a tope, sin permitir que Dios me done la plenitud de su presencia. Hemos sido creados para habitar en Dios y no para que las “cosas” nos habiten.

El pobre evangélico es el místico de nuestros tiempos, atrapado por un frenético mundo del consumo, de carrera profesional, de escalada exigente en el trabajo, que logra dejar todo en segundo plano, se libera de todo y, en ese acto valeroso, comienza a experimentar la pobreza que abre las puertas para que el Reino de Dios entre en él.  

Chiara escribió este magnífico pensamiento en su primer libro Meditaciones, dándole quizá su verdadero significado a la experiencia del joven rico: “ve, vende todo lo que tienes y sígueme”1

Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico en el “Reino de Dios”2.

El rico que no obra como Jesús quiere, se juega la eternidad.

Pero todos somos ricos, mientras Jesús no esté en nosotros con toda su plenitud.

Incluso el pobre que lleva la alforja con el pedazo de pan y blasfema, si alguno se la toca, es un rico igual que los demás. Su corazón está ocupado porque está apegado a algo que no es Dios.

Si no se hace pobre de verdad, pobre evangélico, no entrará en el Reino de los Cielos.

La senda que sube hasta Dios es estrecha y por ella solo pasa la nada.

Hay quien es rico en ciencia y la satisfacción que ésta le produce le impide la entrada en el Reino y la entrada del Reino en él, por lo cual el espíritu de la Sabiduría de Dios no tiene sitio en su alma. 

Hay quien es rico en presunción, en jactancia, en afectos humanos, y hasta que no corta todo eso, no es de Dios. Hay que quitarlo todo del corazón para poner en él a Dios y todo lo creado en el orden de Dios.

Hay quien es rico en preocupaciones y no sabe volcarlas en el corazón de Dios y está atormentado. No tiene la alegría, la paz y la caridad que son del Reino de los Cielos…

Hay quien es rico de los propios pecados y los llora y se tortura, en vez de quemarlos en la misericordia de Dios y mirar hacia delante, amando a Dios y al prójimo por el tiempo que no ha amado.

1. Mc 10, 17-30; Mt 19, 16-30.

2. Mt 19, 24.

Pobreza significa infertilidad
Comparte en tus redes sociales
Scroll hacia arriba