Como fuera anunciado previamente, con la apertura de la Puerta Santa en San Pedro el día 24 de diciembre de 2024, el Papa Francisco ha dado inicio al año jubilar para este 2025 que tiene como lema “Peregrinos de esperanza”. ¿Qué representa para nosotros? ¿De qué se tratará este período? ¿Qué experiencias podremos vivir?
Por Neva Cifuentes (Chile)
Millones de personas visitarán Roma o visitarán las iglesias jubilares en las diversas diócesis del mundo, experimentando la gracia de la misericordia de Dios a través de la oración de perdón, el propósito de conversión y el pasar la Puerta Santa, que nos recuerda simbólicamente que Cristo es “la puerta”. “Peregrinos de la Esperanza” porque estamos llamados a la esperanza.
El Jubileo ha sido siempre un acontecimiento de gran importancia espiritual, eclesial y social. Un año de gracia y de perdón, de conversión y de unidad con Dios y entre las Iglesias.
Desde que Bonifacio VIII instituyó el primer Año Santo en 1300 –cada cien años, que después pasó a ser, según el modelo bíblico, de cincuenta años y posteriormente fijado cada veinticinco años–, el pueblo de Dios ha experimentado esta celebración como un don especial de gracia.
Esperanza y fraternidad
En su carta de febrero de 2022 a monseñor Rino Fisichella –presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización– anunciando el Jubileo 2025, el papa Francisco afirmó: “El próximo Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente. Por esa razón elegí el lema Peregrinos de la Esperanza. Todo esto será posible si somos capaces de recuperar el sentido de la fraternidad universal, si no cerramos los ojos ante la tragedia de la pobreza galopante que impide a millones de hombres, mujeres, jóvenes y niños vivir de una manera humanamente digna”.
Jubileo y camino de unidad entre las Iglesias
La mirada del Pontífice se proyecta también hacia el año 2033, cuando se cumplirán los dos mil años de la Redención. Pero también a la coincidencia del Jubileo de 2025 con los 1.700 años transcurridos desde la celebración del primer gran Concilio ecuménico, el de Nicea –donde se elaboró la parte más importante del Credo confesado por todas las Iglesias– y la Pascua que este año será celebrada por todas las Iglesias cristianas, en la misma fecha, el 20 de abril de 2025.
En el documento de convocación del Jubileo (Bula), el Papa expresa: “En los primeros siglos de la fe los sínodos se multiplicaron tanto en el Oriente como en el Occidente cristianos, mostrando cuánto fuese importante custodiar la unidad del Pueblo de Dios y el anuncio fiel del Evangelio. El Año Jubilar podrá ser una oportunidad concreta hacia esta forma sinodal, que la comunidad cristiana advierte hoy como expresión cada vez más necesaria para corresponder mejor a la urgencia de la evangelización: todos los bautizados, cada uno con su propio carisma y ministerio, corresponsables, para que por la multiplicidad de signos de esperanza testimonien la presencia de Dios en el mundo.
Una llamada a la contemplación y al cuidado de la casa común
Otra dimensión esencial de este Jubileo es el cuidado de la Creación, entendida como “expresión esencial de la fe en Dios y de la obediencia a su voluntad”. El Papa Francisco destaca que un número creciente de personas, incluidos muchos jóvenes y adolescentes, reconocen la necesidad urgente de proteger nuestra casa común. Por ello, el Año Jubilar 2025 también nos invita a contemplar la belleza del mundo creado y a asumir una mayor responsabilidad en su cuidado, en coherencia con la misión que Dios encomendó al ser humano (cf. Gn 2,15).
Las principales etapas
Además de la apertura de la Puerta Santa en Roma y su cierre, el 6 de enero de 2026, son múltiples los acontecimientos oficiales que pueden ser consultados en el Calendario oficial del Jubileo y las iniciativas en las distintas diócesis en el mundo.
También nosotros continuaremos durante los próximos meses este peregrinaje de esperanza •
Logo del Jubileo
El logo representa cuatro figuras estilizadas que indican la humanidad proveniente desde los cuatro rincones de la tierra. Abrazadas entre ellas, indican la solidaridad y la fraternidad que une a los pueblos. La primera figura está aferrada a la cruz. Es el signo no solo de la fe que abraza, sino también de la esperanza que nunca puede ser abandonada, porque necesitamos siempre de ella, sobre todo en los momentos de mayor necesidad. Es útil observar las olas que la rodean y que están en movimiento, porque muestran que la peregrinación de la vida no siempre pasa por aguas tranquilas. Es por esto que se debe subrayar la parte inferior de la cruz que se alarga transformándose en un ancla y que se impone sobre el movimiento de las olas. No se olvide el hecho de que la imagen muestra cómo el camino del peregrino no es un hecho individual, sino comunitario con la impronta de un dinamismo en crecimiento que tiende cada vez más hacia la cruz. La cruz no es estática, sino dinámica y se curva hacia la humanidad, saliendo a su encuentro y no dejándola sola, ofreciendo la certeza de la presencia y la seguridad de la esperanza. Se destaca, finalmente, con color verde el lema del jubileo 2025: Peregrinos de Esperanza.
Fuente: www.iubilaeum2025.va/es.html

