Para Chiara Lubich, nada existe si no comienza por el amor fraterno. Por el contrario, es a partir del amor fraterno que debemos hacer las cosas. Porque, dice Chiara, si estamos unidos Jesús está entre nosotros.
Si estamos unidos, Jesús está entre nosotros. Y esto vale. Vale más que cualquier otro tesoro que pueda poseer nuestro corazón: más que la madre, que el padre, que los hermanos, que los hijos.
Vale más que la casa, que el trabajo, que la propiedad; más que las obras de arte de una gran ciudad como Roma, más que nuestras ocupaciones, más que la naturaleza que nos rodea, con las flores y los prados, el mar y las estrellas; más que nuestra alma.
Él es quien, inspirando a sus santos con sus eternas verdades, hizo época en toda época.
También ésta es su hora: no la de un santo, sino la de Él; de Él entre nosotros, de Él viviente en nosotros, que construimos −en unidad de amor− su Cuerpo místico.
Pero es preciso dilatar a Cristo, hacerlo crecer en otros miembros; hacerse como Él, portadores del Fuego.
¡Hacer uno de todos y, en todos, el Uno!
Vivamos momento a momento en la caridad la vida que Él nos da.
El amor fraterno es el mandamiento básico. Por lo cual todo vale en cuanto es expresión de sincero amor fraterno. Nada vale de todo cuanto hacemos si en ello no se da el sentimiento de amor por los hermanos; porque Dios es Padre y tiene en su Corazón siempre y sólo a sus hijos.
Chiara Lubich