Ciencia – El carácter fundamentalmente relacional de la naturaleza puede descubrirse no solo estudiando la forma en que interactúan las partes que la componen, sino también a través del modo en que la perciben los seres humanos y muchos otros organismos.

por Ján Morovič (Reino Unido)*

A nivel de lo que experimentamos por medio de nuestros sentidos, hemos evolucionado para privilegiar las relaciones entre los objetos que nos rodean por encima de sus propiedades individuales. En lugar de ver cada objeto de una manera que sea consecuencia de su propia estructura física, nuestros ojos y nuestro cerebro resaltan el modo en que las apariencias de los objetos se relacionan entre sí.

Un ejemplo típico de esto es un fenómeno llamado contraste simultáneo. Consiste en el cambio de la apariencia de una superficie, dependiendo de si está rodeada por un color o por otro. En la imagen que acompaña este artículo hay varios conjuntos de cuadrados que tienen las mismas propiedades físicas, pero se ven de colores diferentes. Por ejemplo, si miramos el par de cuadrados verdes en el centro de la imagen vemos el de la izquierda más brillante que el de la derecha, porque está rodeado de colores más oscuros. Sin embargo, ambos cuadrados se crearon combinando exactamente la misma proporción de los colores básicos rojo, verde y azul y, por lo tanto, sus propiedades físicas son idénticas.

Usualmente denominamos este fenómeno como “ilusión”, pero desde un punto de vista fisiológico es más preciso reconocer que se trata simplemente de una consecuencia de la manera en que nuestros ojos y nuestro cerebro responden a la luz.

Cuando la luz proveniente de una superficie entra en nuestros ojos, se forma físicamente una imagen en nuestra retina. Allí la detectan células sensibles a la luz llamadas conos, las cuales generan una señal que se transmite hacia el cerebro a través de una serie de capas sucesivas de células. Pero lo que se transmite al cerebro no es la intensidad de la respuesta de la retina a las partes individuales de una región determinada de la imagen. Se transmite la diferencia, amplificada, entre la intensidad en el centro de una porción de la retina y la intensidad en sus alrededores. Este proceso, llamado inhibición lateral, ocurre en nuestros ojos. Por ese motivo, lo que determina el brillo que percibimos de un objeto no son sus propiedades individuales, sino su relación con aquello que lo rodea •

*El artículo fue publicado originalmente en el blog internacional de ciencia Wonderverse (www.wonderverse.home.blog)

*Traducción: Gabriel Ferrero

Viendo relaciones
Comparte en tus redes sociales

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll hacia arriba