Visitando la Fazenda de la Esperanza en Chiloé

El último encuentro Mariápolis en Chile estuvo lleno de momentos especiales. Uno de ellos fue la presencia de Terlane y Pedro, matrimonio brasileño a cargo de las casas de la “Fazenda de la Esperanza” en Chiloé, quienes invitaron a todos a visitarlos y compartir su experiencia. Así lo hizo una familia y nos cuentan lo hermoso de ese momento.

Por Pía Noria y Marcelo Chávez (Chile) 

Hace algunos años llegó a Chile “Fazenda de la Esperanza”, obra que nace en Brasil en 1983. Nelson Giovanelli, un joven de la ciudad de Guaratinguetá, San Pablo, junto a su párroco fray Hans Stapel, fundaron casas para la rehabilitación de jóvenes que deseaban abandonar las drogas y otros tipos de adicciones. Se enfocaron en crear comunidades terapéuticas, sin medicación, con procesos de reeducación de la persona, a través de tres pilares: el trabajo, la convivencia y la espiritualidad.

Existiendo una relación muy estrecha de la Fazenda con el Movimiento de los Focolares, la comunidad chilena ha estado presente en acompañar a las casas locales, participando en la inauguración de la casa de Villa Prat (Talca) y la de Lechagua en Ancud. También, durante la pandemia, hubo algunos encuentros virtuales donde se compartieron vivencias y, a través de las visitas del Padre Luis López de Talca, que asiste la casa de Villa Prat, se les enviaron cancioneros y música del Movimiento de los Focolares. En octubre pasado, un grupo del GenCorsa1 fue a cantar a dicha casa, con ocasión de la despedida de su responsable. 

La visita a Fazenda

A la última Mariápolis asistieron Terlane y Pedro, matrimonio brasileño responsable de las casas en Ancud, e invitaron a todos los participantes a visitarlos. Nosotros les contamos que iríamos de vacaciones al sur de Chile y que podríamos pasar unos días con ellos. Fue así que reorganizamos nuestro itinerario y dejamos unos días para la Fazenda. 

Después de pasear por el sur, cruzamos el Canal Chacao, para llegar de noche a Mechaico, al sur de Ancud. En la entrada nos reciben las imágenes de María y San Francisco de Asís, y un hermoso letrero: “Fazenda de la Esperanza”. Nos esperaban con una rica once2 con productos preparados por ellos, todo natural, exquisito. Luego de un saludo al Santísimo en la capilla, conocimos a algunos de los muchachos y nos fuimos a descansar del largo viaje.

En la Fazenda las jornadas se iniciaban temprano; la comunidad tiene horarios establecidos para cada cosa y nosotros seguíamos su rutina. Cada mañana compartíamos el desayuno: leche de la granja, manjar3 casero y pan amasado. Luego, rezábamos el Rosario meditado por cada uno, siguiendo el orden del círculo que se formaba.  Después seguíamos con la lectura del día, comunión de alma, comunión de experiencias, abrazos y consagración de la jornada a María4

De ahí a los trabajos. Cada uno tenía asignada su labor (parque, animales, cultivos, leñera, cocina, etc.). Nos reencontrábamos al almuerzo. El ambiente familiar generaba conversaciones con anécdotas, historias que, mezcladas en el ruido, las risas o llantos, transformaban lo cotidiano en sagrado; cada vivencia era un regalo para el otro. A veces había desencuentros o malestares, y cuando esto surgía decían: “Debo hacer mi parte para que no me afecte del todo, debo seguir adelante, siempre me encontraré con personas difíciles, puedo recomenzar…”  

Terminadas las actividades de la tarde y de la cena, había momentos de conversación. En ese espacio fue que uno de ellos trajo los materiales con los que fabricaba rosarios y pulseras, y comenzaron a hacer bisuterías con nuestras hijas. Otro muchacho trajo sus mandalas y lápices, y juntos comenzaron a pintar con algunas técnicas que él les enseñaba. Era un momento hermoso, de distensión y de mucho amor fraterno. 

Nos conmovía verlas compartiendo, hablando en el almuerzo, en los pasillos, sumándose a los quehaceres, ayudando en la biblioteca a Terlane, disfrutando con los animalitos, jugando con los perros, visitando el gallinero, la huerta, etc. 

Con Terlane y Pedro se generó una comunicación profunda, aprovechamos cada momento juntos. Un día, después del almuerzo, nos contaron que tenían una reunión con el obispo y nos pidieron si podíamos dar unas horas de formación; contarles del carisma de la Unidad y del Movimiento de los Focolares. Con mucha alegría nos reunimos en la capilla, hicimos un círculo juntos y pasamos horas entre cantos, experiencias, contándoles cómo nació el carisma, quién es Chiara, qué es la Obra de María (nombre oficial del Movimiento de los Focolares), cómo vivimos y transitamos el dolor, cómo se puede amar a Jesús Abandonado, entre otras cosas; todo matizado con experiencias personales y como familia. Surgieron diálogos importantes e interesantes, se contaban experiencias, dolores, fracasos, victorias. Todo ocurría en un clima de fraternidad y de escucha profunda. Concluimos cantando, rezando y agradeciendo por el tiempo compartido. 

Una tarde nos llevaron a conocer la Casa Femenina, en el sector de Lechagua. Visitamos la capilla y recorrimos la casa donde nos esperaba una rica once. Cada joven nos fue compartiendo su vida e historia, siendo un momento profundo. Luego, en la sala de estar, cantamos canciones del Movimiento y de la Fazenda. Ocurrió que una joven argentina, misionera en esta casa de la Fazenda, intérprete no vidente que escribía canciones pero sin musicalizarlas, empezó a cantar uno de sus temas y Marcelo, escuchándola, comenzó a seguirla con su guitarra, intuyendo las notas que podrían ser. En ese momento ella emocionada nos dice: “Siempre soñé así mi canción, como la estás tocando, Marcelo… Gracias por hacerlo posible”. 

Finalmente tuvimos que partir. Al despedirnos recibimos algunas impresiones: “Quienes nos visitan vienen generalmente por el día, de manera que ustedes se hayan quedado varios días, compartiendo como familia, ha sido importante, un regalo de Dios conocerlos”. A varios les recordábamos sus familias, con las que en algunos casos habían perdido contacto por sus errores y decisiones equivocadas. Un joven que llegó a la Fazenda en esos días nos contaba que había sido muy especial que lo recibiera una familia.

El año pasado, cuando se presentaron en Brasil5 las experiencias de las “Fazendas de la Esperanza”, sentimos esta necesidad de conocerlas en profundidad y, ahora que pudimos compartir estos días con ellos, no podemos dejar de invitarlos a sentir nuestra Fazenda como propia, como nuestra familia. En concreto, ellos nos piden que sigamos caminando juntos y que podamos acoger a los jóvenes que han hecho este camino de recuperación. Que los podamos apoyar con este deseo de vivir por la Unidad y como comunidad nos ayudará cada vez más a ser siempre Familia•

1. GenCorsa: conjunto musical del Movimiento en Chile

2. Once: corresponde a una merienda de media tarde donde se consume alguna bebida caliente acompañada de dulces y/o emparedados.

3. Manjar: dulce de leche

4. En el Movimiento de los Focolares se proponen varias prácticas de vida compartidas donde se cuenta o reza en grupos.

5. El año 2024, en Brasil, se centralizó un encuentro juvenil masivo mundial, GENFEST (presencial y virtual), donde se presentaron varias iniciativas cristianas, dentro de las cuales estaban las “Fazenda de la Esperanza”

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