Vocación artística: talento para la unidad

Mundo del Arte – La creación es un acto solitario. Sin embargo, hay artistas que apostamos a la unidad. ¿Cómo? Es la gran pregunta que tratamos de responder con nuestra vida. En la región del Cono Sur, los artistas que compartimos el Ideal de un mundo unido nos hemos reunido, desde hace al menos 40 años, en el “Mundo del Arte”, para compartir desde lo más profundo del alma nuestras búsquedas estéticas.

Por Licy Miranda (Argentina)*

“El arte no puede no elevar, no puede no llevar hacia lo Alto, hacia aquel Cielo desde el cual ha descendido”. (Chiara Lubich, Castel Gandolfo, 10 de septiembre de 2004)

En octubre de 1961, Chiara Lubich habló de un centro artístico de la Obra, el “Centro Ave María”.  El “Centro Ave”, femenino, y el “Centro María”, masculino. El primero, se desarrolló enseguida a través de sus producciones en cerámica y creció luego en otras manifestaciones. El segundo, estuvo un tiempo en stand by por varias circunstancias, pero su designio ha sido el mismo: reunir y acompañar a distintos artistas de todo el mundo, que se sienten llamados a construir un mundo unido. 

Al respecto, Chiara Lubich dijo en una conversación con Michel Pochet (responsable del Centro María) que “(viviendo el Ideal de la Unidad) los artistas encontrarán el modo para no estar más aislados y reflejarán con su estética el Arte en comunión”. Y agrega Michel: “Aquí estamos, artistas y no artistas, llamados a querer la belleza. A hacer belleza. Muchos diálogos casi imposibles en el ámbito de doctrina o de ética, existen ya en la belleza”. 

Más adelante, Chiara diría a un grupo de jóvenes artistas: “Nuestro carisma siempre tuvo mucho que ver con la belleza, porque la unidad es armonía. Testimoniamos la belleza de Dios, que es amor, ante todo con nuestra unidad, con nuestro amor recíproco, pequeño reflejo de la vida trinitaria vivida entre los hombres. No hay unidad sin belleza, y no habrá mundo unido sin la armonía entre las personas y los pueblos”.

Hoy día, son numerosos los artistas que trabajan y viven poniendo en primer lugar la “mutua y continua caridad” entre ellos y con el prójimo. Están por todo el mundo y ejercen distintas disciplinas, tratando de donar al mundo la belleza de Dios mediante el talento artístico. Artes plásticas, música, teatro y espectáculo, poesía y literatura: el arte, vivido según el modelo evangélico, puede desvelar características peculiares para cada una de estas disciplinas.

Después de los primeros congresos para artistas del Movimiento de los Focolares en los años ´60, el año 1999 marcó un viraje: en el mes de abril, durante un congreso internacional, se sentaron las bases de una “red” de artistas, comprometidos individualmente o como grupo en iniciativas de todo tipo y consistencia, en las más variadas naciones del planeta.

“La belleza salvará el mundo”, decía Fiódor Dostoyevski. Es lo que el artista experimenta cuando trata de “donar” al otro sus intuiciones personales, sus descubrimientos, en un intercambio fecundo de ideas y experiencias que hablan de la armonía entre el arte y la vida. Es así que se traduce en obra de arte esa dimensión de eternidad, que hace creíble la fatigosa y extraordinaria inspiración de todo artista.

La creación es un acto solitario. Sin embargo, hay artistas que apostamos a la unidad. ¿Cómo? Es la gran pregunta que tratamos de responder con nuestra vida. En la región del Cono Sur, los artistas que compartimos el Ideal de un mundo unido nos hemos reunido, desde hace al menos 40 años, en el “Mundo del Arte”, para compartir desde lo más profundo del alma nuestras búsquedas estéticas.  Vivimos la alegría de compartir sin miedos, celos ni competencia, pudiendo dejar de lado nuestro ego para asumir otra forma de creatividad. Llegamos a la conclusión de que, dada nuestra realidad de vivir en ciudades grandes, con distintas profesiones, la mejor forma de expresar la unidad no era (necesariamente) a través de las creaciones colectivas, sino construir entre nosotros relaciones de unidad que luego se expresaran en nuestras obras.

Organizamos encuentros en los cuales compartimos las experiencias en nuestros ámbitos de trabajo, lo que pasaba por el alma mientras estaba gestándose la novela, la música, la danza que pujaban por nacer. También compartimos la realidad de gestionar los medios de vida en medio de crisis típicas de nuestros países, durante las cuales una de las cosas más “prescindibles” es el arte. Nos proponíamos vivir lemas como “amar la obra del otro como a la propia”, derribando la típica competencia entre los egos artísticos. 

Una experiencia que realizamos en Buenos Aires durante varios años fue lo que llamamos “Confrontación de obra”: nos proponíamos crear, para quien lo pedía, un silencio de amor tan profundo que (como frente a un espejo/lupa) el autor pudiera ver su obra en proceso y comprender cómo continuar su tarea. Para ello nos reuníamos con la disposición de dejar de lado todos nuestros prejuicios, conocimientos y expectativas, para dar espacio a quien presentaba su obra en proceso (que en general se guarda celosamente, hasta que está terminada y en condiciones de “ser mostrada”). Podía ser un cuadro, una composición musical, un cuento, fragmentos de una novela… El resultado fue siempre que, con enorme gozo, se participaba (diciendo algo o no, según se sintiera) generando la luz que necesitaba el autor para ver el camino a seguir. 

En este contexto, llevamos adelante ocho encuentros latinoamericanos de artistas entre 2002 y 2018 en distintos sitios: Mariápolis Lía, Alta Gracia, Paraná, Santa María de Catamarca y Mendoza en Argentina, y Montevideo en Uruguay. Siempre con el ánimo de redescubrir las raíces propias del lugar que nos hospedaba y aportando la mirada de los asistentes; promoviendo así una “cultura de la reciprocidad” entre los artistas. 

Durante esos días de convivencia (entre tres y cinco) compartimos nuestras obras, visitamos lugares significativos de la cultura local y debatimos inquietudes profundas que hacen a la tarea artística en todo lugar y tiempo. Hoy, luego de tantos años de camino, se siguen sumando jóvenes que están empezando a transitar su profesión. 

Como expresión de tanta vida, podemos citar algo de las últimas actividades: en 2023 se presentó el libro/catálogo detallado, con la obra y fragmentos del diario de Cristina Criscola, exposición plástica de Claudio Villarreal. En 2024 se presentó el libro de poemas de Lidia Artesi, el unipersonal de Josefina Trebucq, el libro de poemas de Teresita Fierro, y varias obras de teatro como “Las Garibaldi” o “El simio oscuro”, dirigidas por Tuti Azar. También las participaciones en coros, orquestas, teatro, como ejecutantes o directores y hasta clubes de lectura por Zoom. 

Como un río, el nuestro es un camino en movimiento. Siempre vivo y lleno de novedades. Pero siempre con una constante: renovar nuestro compromiso para  hacer unidad no sólo de caridad y de verdad, sino de belleza. Esa que eleva, como se eleva la mirada al contemplar las montañas que se recortan en el cielo •

*La autora es escritora y miembro del Mundo del Arte. Escribió Tus caminos son una locura. Historia de María Cecilia Perrin de Buide

*Este artículo es el tercero de una serie de entregas destinadas a las “Inundaciones”, que Ciudad Nueva publica mes a mes. Para leer el artículo introductorio, haz click aquí.

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