Prácticas – Los restos de los alimentos que consumimos no son basura sino valiosos recursos que se transforman en abono, devolviéndolos a su ciclo natural y reduciendo los niveles de contaminación ambiental.

Por María Florencia Decarlini (Uruguay)

Todos generamos residuos a diario. Cavar un pozo, llenarlo con nuestros deshechos y taparlo nuevamente con tierra, o arrojar los residuos en un basural, son expresiones comunes de nuestra indiferencia humana. Pero tenemos la posibilidad de remediar el tremendo daño que le estamos haciendo a la naturaleza simplemente dándole espacio al enorme poder que tiene para restablecerse a sí misma: ¡es la maravilla del compostaje!

Los organismos del suelo (bacterias, hongos, protozoarios, nematodos, lombrices, artrópodos) usan los residuos de las plantas y los animales y los derivados de la materia orgánica como alimentos. A medida que descomponen los residuos y la materia orgánica, los nutrientes en exceso (nitrógeno, fósforo y azufre) son liberados dentro del suelo en formas que pueden ser usadas por las plantas. Asimismo, los productos de deshecho generados por los microorganismos contribuyen a la formación de la materia orgánica del suelo. Mediante la descomposición de los residuos y el almacenamiento del carbono dentro de su propia biomasa o mediante la reconstrucción de nuevas estructuras de carbono, la biota del suelo tiene una función muy importante en los procesos de reciclaje de nutrientes y, por lo tanto, en la capacidad de un suelo para proveer al cultivo de suficientes nutrientes para cosechar un buen producto. Una vez alcanzado el máximo grado de descomposición, todas estas sustancias que quedan en el suelo, inician la formación de complejos de carbono, altamente estables y de lenta degradación. Procesos similares ocurren en una pila de compostaje y en el suelo.

El compostaje (también llamado compost) es un proceso de descomposición de materiales orgánicos hasta alcanzar estabilidad, que poseen un alto contenido de sustancias húmicas que puede aplicarse al suelo para mejorar sus características, sin causar daños al medio ambiente. Cuenta con importantes contenidos de materia orgánica y nutrientes fundamentales para las plantas, y es capaz de mantener la humedad de la tierra reduciendo el consumo de agua a un 30%. De cada 100 kg. de residuos y materiales orgánicos se obtienen 30 kg. de compost.

Una alternativa al compost es el vermicompost. Es conocido como humus de lombriz, y es un producto biológico obtenido mediante la bio-oxidación de la materia orgánica con la ayuda de lombrices. Éste último proceso requiere menor atención debido a que las lombrices se encargan de mezclar y fragmentar los compuestos orgánicos, generando un producto orgánico de mayor calidad que el compost. El humus posee propiedades enzimáticas favorables para las raíces, incrementando la solubilización de los nutrientes. Como desventaja, se podría señalar que en este procedimiento se deben vigilar las condiciones de temperatura, humedad y el ambiente ideal para no dañar a las lombrices. ¿Y qué lombrices se pueden usar? Existen cuatro grupos de especies de lombrices de tierra, dentro de las cuales las lombrices rojas o californianas son las ideales para vermicompostaje, pero se puede compostar con lombriz de tierra común.

Sea el compost como el vermicompost, podemos decir que funcionan como insumo para los cultivos, ya que favorecen la fertilidad de la tierra sin necesidad de aplicar fertilizantes químicos; se mejora la estabilidad del suelo, aumenta la permeabilidad hídrica y gaseosa, y la capacidad de retención hídrica mediante la formación de agregados. Es, por lo tanto, un preciado fertilizante natural.

Las posibilidades son increíbles, como se puede ver en la recuperación de los suelos contaminados por la actividad minera, que deja suelos empobrecidos y con contaminantes como lo son los metales pesados. Hay estudios que muestran cómo el compost puede regenerar estos suelos, fijando y reteniendo los metales pesados de forma que no resulten tóxicos para las plantas, frenando la degradación del suelo, por activación de los ciclos de los nutrientes con el regreso de las plantas de forma permanente y estable.

El compost, en sus dos formas, permite extraer todo el potencial del suelo, que no deja de ser la parte viva de la corteza terrestre. Aprovecha los miles de milenios de evolución biológica que han convertido un conjunto de elementos químicos en una compleja red de vida invisible a nuestros ojos. Un potencial que nos sirve para crear el sustrato de una maceta o un pequeño huerto urbano, abonar una explotación de frutales ecológicos o recuperar los suelos contaminados de una antigua sierra minera.

Los restos de los alimentos que consumimos, por lo tanto, no son basura, son valiosos recursos. Compostando, permitimos que se transformen en abono, devolviéndolos a su ciclo natural y reduciendo así los niveles de contaminación ambiental •

Para tener en cuenta

Materiales que se pueden compostar: frutas, verduras, yerba mate, café, bolsas de té, cáscaras de huevo (molidas), papeles y cartones, podas pequeñas, heces de animales herbívoros.

*Evitar grandes cantidades de cítricos, cebolla, legumbres y materiales de muy lenta descom­posición como aserrín de maderas duras.

Materiales que no se pueden compostar: grasas, carnes, lácteos, sales, plásticos, vidrios, metales.

Compostaje: participando de la magia de la naturaleza
Comparte en tus redes sociales

2 comentarios en «Compostaje: participando de la magia de la naturaleza»

  1. Gracias por la publicación.Yo lo hice durante bastante tiempo.Y lo fui dejando.Es muy útil.Leyendo el articulo me volvio el entusiasmo de volver a empezar un compostaje.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll hacia arriba