La belleza – El artista Michel Pochet se anima a pensar en la idea de la belleza como una necesidad básica para los seres humanos, comprendida en pequeños gestos cotidianos que, como él mismo experimentó, pueden establecer un vínculo con personas a punto de morir o generar interés en jóvenes estudiantes de enfermería. Extracto de una charla mantenida en Buenos Aires con otros artistas.
Como experiencia personal, he sentido desde siempre la dificultad que suele tener un artista, que es la de sentirse inútil o algo peor. O útil para una sociedad rica, que puede permitirse algo de arte. Aun así, cada vez estoy más convencido de que es todo lo contrario. Y lo digo como una expresión: la belleza es una necesidad primaria. Cuando era joven yo solía decir que había un derecho a la belleza. Y creo que es así: la belleza es un derecho que debería ser reconocido y tutelado. Pero es un derecho porque es una necesidad primaria, como comer, tener un vestido o una casa.
Recuerdo que una vez utilicé esta expresión y después se me acercó una señora que me preguntó si había escuchado bien, si yo había dicho que la belleza era una necesidad primaria. Ella estaba muy seria. Lo ratifiqué con cierto temor. Era directora de una escuela de enfermería, y una buena parte de la enseñanza a las enfermeras es cómo atender las necesidades primarias de la gente. “¿Por lo tanto crees que sería justo incluir la belleza dentro de las necesidades primarias en el curso de enfermería?”, me interpeló. A lo que respondí: “Me gustaría mucho, no lo había pensado”.
Me dijo que en aquel momento había muchas escuelas de pensamiento sobre la enfermería y diversas listas de necesidades primarias. “Y hay un americano –dijo–, que entre las necesidades primarias puso la belleza”.
Dos meses después recibí una llamada telefónica de esta señora. Me pedía que fuera a la ciudad de Nápoles porque sus estudiantes me querían conocer, ya que habían sucedido muchas cosas. “Si así lo quieren, voy”, respondí.
Me encontré con 90 personas, todas cursando alguno de los tres años de la escuela de enfermería, y me contaron vivencias muy fuertes. Esta señora les había hablado de la belleza como necesidad primaria. Y una de las alumnas, que preparaba su tesis final de la carrera sobre las necesidades primarias, tenía un capítulo sobre la belleza. Había pedido a sus colegas, estudiantes, que la ayudaran a conseguir las opiniones de los pacientes. Y así se habían puesto todos a verificar si, efectivamente, la belleza era una necesidad primaria y cuáles serían sus consecuencias. Intentaban resolver si un enfermero o enfermera podría realizar su trabajo pensando que la belleza es un bien primario.
Y hubo experiencias verdaderamente sorprendentes. Por ejemplo, la de dos estudiantes que hacían una pasantía en un hospital donde se encontraba internado un joven que durante muchos años había vivido en la calle; estaba enfermo y era prácticamente autista. No se dejaba curar y no respondía ninguna pregunta. Los médicos estaban muy preocupados porque no sabían qué hacer.
Entonces, estas dos estudiantes pensaron en la belleza como necesidad primaria. Buscaron ropa limpia para vestirlo bien e hicieron venir a un barbero para devolverle un rostro más humano. Pero, sobre todo, empezaron a interesarse por él, lo trataban con respeto y con atención. Es decir, todo aquello que significa la belleza y una relación de esta naturaleza. En un determinado momento, el joven comenzó a dejarse atender y curar. Para las estudiantes fue como asistir a un milagro, porque la gente del hospital estaba muy preocupada.
Otra experiencia fue la de dos enfermeros jóvenes que cumplían tareas en el área de terapia intensiva. Había una anciana que estaba en coma profundo. Se la cuidaba, pero solo a la espera de su muerte. Pensando en la belleza como necesidad primaria, los chicos la trataban con respeto e intentaban atenderla con dedicación, prestando especial atención al modo en que le hablaban. El jefe del lugar les decía que el esfuerzo era inútil, que la paciente era como una planta, no entendía nada de lo que estaban haciendo.
Aun así, ellos no se detuvieron. Llegó un momento en que percibieron que la señora tenía sed. Le dijeron: “Si necesitas agua, haznos una seña”. Y por primera vez, después de mucho tiempo, la mujer hizo un signo de que sí, de que tenía sed. Y entonces se dieron cuenta de que no estaba en un coma profundo y que probablemente había estado sintiendo todo lo que le habían dicho en ese tiempo. Los jóvenes enfermeros decidieron acompañar a esa mujer a morir con dignidad humana.
Los estudiantes se dieron cuenta, por ejemplo, de que en todos estos hospitales donde trabajaban la vianda se entregaba sin bandeja, en un modo poco bello. Entonces buscaron bandejas que no se usaran para que la comida no fuera una obligación triste, sino un hecho más alegre, más gozoso. También observaron que los enfermos que permanecían más tiempo en el hospital tenían deseos de leer, y buscaron un armario para juntar libros.
Uno de los muchachos provenientes de una clase contó que cuando la directora mencionó la belleza como necesidad primaria, al principio se mostró muy escéptico, le parecía una cosa poco científica. Pero después, al escuchar las experiencias, se dio cuenta de que era cierto, y que era un testimonio verdadero. Había cambiado su manera de ver.
El diálogo con ellos continuó. Me hicieron un montón de preguntas que se pueden resumir en la siguiente: la experiencia que hicimos fue bella pero ahora, los estudiantes seguirán su camino. ¿Qué hacer? Fue lindo saber que cada uno buscaría cambiar poco a poco la realidad de cada hospital de Italia.
La chica que hacía la tesis sobre necesidades primarias la presentó. El jurado se interesó sobre el capítulo de la belleza, porque no era habitual. Tal es así que, después del examen, los miembros del jurado le pidieron a la directora que armara un programa para la universidad sobre la belleza como necesidad primaria •
ESA NECESIDAD PRIMARIA Hermosísima experiencia. Sólo el Ideal puede dar este sentido profundo a cada realidad humana/divina
La voy a compartir a una amiga que trabaja con mucho amor a los enfermos en «la pastoral de la salud» de mi Parroquia.