Acompañados – El dolor es personal, único e intransferible, pero la salida no es individual, es colectiva. Es más suave, más rápida y más concreta. Justamente porque el amor es creativo.
Por Cecilia Escandel y Pablo Troncoso (Argentina)
La viudez es un momento de la vida. Tiene la dificultad de que, cuando sucede, se tarda tiempo en llegar a la conclusión de que es la mejor forma de entender la vida.
Al quedar viudo, en noviembre 2021, lo que más me costó fue encontrar personas con quienes hablar del dolor que produce la viudez, la sensación de no saber cómo sigue la vida, sin respuestas para las preguntas: ¿Por qué?, ¿qué pasó?, ¿es cierto lo sucedido?, entre otras. Es un tema del que no se habla, al menos abiertamente.
Hablar del tema conmueve por los recuerdos que vienen. Yo no estaba preparada para la muerte de Julián. Si bien tenía una enfermedad terminal, creí que con la fuerza de la oración y el acompañamiento de muchos, mi esposo iba a salir. Pero la realidad fue otra. Cuando murió, fue terrible; me sentí desorientada, como si me hubieran dado una piña en el medio de la cara. Lloré mucho. Le pedí a mis hijos que me dejen llorar. Sentí dolor físico, me desperté diciendo: “Otra vez enfrentar el día”. Quería morir para dejar de sufrir.
El primer tiempo fue un tiempo desordenado, tiempo de angustia, en donde nada de lo que ocurría alrededor alcanzaba para paliar ese dolor, que también era físico por el desgarro de la separación. Luego vino un período de aceptación, y me di cuenta de que no estaba sola y que había muchos que sufrían tanto o más que yo.
Me desperté al día siguiente de la muerte de Silvia, toqué el lugar de ella en la cama, y como vi que no estaba, la salí a buscar por la casa. Y me di cuenta de que la razón va por un lado (el día anterior la habíamos dejado en el cementerio), y la mente por otro. Salí a correr como siempre, y me vino un deseo de morirme para estar con ella (como la historia de Romeo y Julieta). Ahí pensé que ese dolor que yo vivía era el dolor de muchos, y que tenía que contar a quien quisiera lo que me estaba pasando, porque es un dolor que se repite de persona a persona, y darlo ayuda a otros a vivirlo como parte de la vida.
Una profesional me decía que no hay nada más desordenado que un duelo. Y me ayudó a vivir el día a día, con todos los matices más raros que me iban pasando. Cuando me enteré de que Pablo había quedado viudo (no lo conocía), le escribí en WhatsApp para decirle que “sepa que yo sé de su dolor”. Y un día nos conectamos por Zoom, y charlamos de lo que estábamos viviendo, y nos ayudó mucho.
A los meses nos enteramos de dos amigas que habían quedado viudas recientemente, y propusimos charlar entre los cuatro lo que nos pasaba. Nos ayudó a cada uno a convivir con el dolor de la viudez.
La experiencia de quedar viudo es una trompada de aquellas, que te desordena emocionalmente y no lo sabés hasta que te toca vivirla. Pero, a la vez, sé que Silvia está en la vida eterna, y yo estoy en la vida terrenal. Las dos son vidas. Y mi vida terrenal continúa, con otras cosas, otras circunstancias, y tengo que vivirla. Y eso no es negar la relación con mi esposa, soy expresión de la relación con ella con todo lo vivido.
El desorden es emocional, no puede explicarse porque cambia la vida, lo cotidiano. Algunos días te sentís bárbaro, algunos otra vez abajo, sin saber qué hacer, para qué vivir, cómo vivir. ¿Me relaciono con otros o no? Se corta el orden de la vida familiar cotidiana. No sabes dónde estás parado, para dónde vas, cómo hacer con lo que viven los hijos. Lo más fácil es quedarse en la melancolía, que parece que te ordena. Es cómodo, y estás en un lugar de víctima, de necesidad de comprensión por parte del entorno, pero es ficticio, y no permite proyectarte en el después de la viudez.
Es cierto que el tiempo cura y sana. Lo vivimos acompañándonos con otros viudos, que encontraron en nosotros un grupo de WhatsApp para poder hablar de lo que experimentamos en el día a día. Es que juntos se camina mejor, acompañado y más rápido. Y nos ayuda a salir de nosotros mismos para ayudar a otros, y así, cuando volvemos sobre nosotros, nos damos cuenta de que el dolor desapareció o al menos se atenuó. También comenzamos a ver el camino que se nos abre para seguir la vida y proyectarnos a lo que sigue.
Como seres creados, parte de la naturaleza, nos dimos cuenta de que la naturaleza no te va hacer vivir un drama si no tiene la respuesta para ese drama. El desafío es descubrir esa solución, encontrarla y trasmitirla. Hay que estar disponible para buscar eso y encontrarlo, y vale la pena largarse en la aventura.
Frente a este tipo de dolor nuevo en nuestra vida, nos dimos cuenta de que no está bueno vivirlo en soledad. Compartir las experiencias, acompañarnos con otros, salir de nosotros mismos y no quedarnos en nuestro dolor, así encontramos la fuerza para continuar nuestra vida en un proyecto nuevo, no calculado ni pensado, y que nos hace recrear nuestra existencia de una manera nueva. Descubriendo que tenemos más de lo que creíamos para dar y hacer.
El dolor es personal, único e intransferible, pero la salida no es individual, es colectiva. Es más suave, más rápida y más concreta. Justamente porque el amor es creativo •
Nota: Si quieres comunicarte con Cecilia y Pablo puedes hacerlo a los siguientes WhatsApp: +5491164455326 (Cecilia) – +5492995575317 (Pablo)
que Importante. Creí q solo me pasaba a mi
que estoy enferma y no son los bajones
q me produce el estar sola.
afrontar las cosas sin un apoyo
gracias x los testimonios
que importante Creí q yo no lo superaba.
Y veo q a otros les pasa.tengi bajones y nose q m pasa me desorienta.
Es mucho para mi
gracias x los testimonios
Muy bueno poder compartir lo q se siente, porque en general lo guardamos, por no dañar a los hijos, por no ser pesada, porque supuestamente pata la gente ese dolor tiene un plazo y el año pasa y es como si fuera peor. Y el psicólogo te dice bueno ahora hablame de vos y en realidad no sabés quién sos.
Gracias Cecilia, gracias Pablo por compartir estas vivencias y sobre todo por ponerse a disposición de otros que transitan por esos momentos de falta del compañero/a de toda la vida. Me hicieron admirar una vez más la grandeza y belleza del matrimonio.
Hermosa experiencia de vida. La viudez es una experiencia que todas las parejas viven. El testimonio conjunto de Cecilia y Pablo es muy sincero y nos ayuda a quienes hemos vivido tantos años de matrimonio y aguardamos con cierto temor ese momento incierto (no sabemos si lo viviremos en primera persona o será quien nos acompañó esos años). El dolor estará pero podremos superarlo sin que desaparezca.
me encantó la reflexión.gracias.