Sinodalidad – La sinodalidad se refiere al modo de ser y obrar de los cristianos y puede entenderse, en un sentido amplio, como una comunión en la cual se aprende a caminar junto a otros en la historia. Además, tiene la capacidad de integrar la libertad de las personas y lo mejor de sus diferencias.
Por Juan De La Torre (Argentina)
Un sínodo es un acto de libertad de la Iglesia: una ayuda a mejorar su forma de ser y de servir al mundo. La Iglesia siempre necesita de la reforma, que no es solo cambio de estructuras, sino una conversión y renovación de la mente y el corazón de los creyentes, para anunciar hoy el evangelio en formas nuevas y en modos adecuados.
¿Qué significa sínodo?
Proviene de la preposición syn (con/juntos) y del sustantivo hodós (camino), significa “caminar juntos”, “hacer juntos el camino”. Desde los primeros siglos de la Iglesia, sínodo designa las asambleas de obispos y clérigos (en algunas participaron laicos) convocadas (a nivel diocesano, provincial, regional o universal) para discernir desde la Palabra de Dios y la escucha del Espíritu, diversos temas que los cristianos debían afrontar sobre cuestiones doctrinales, litúrgicas, canónicas y pastorales que se presentaban según las épocas. En sentido amplio, sínodo designaba no solo a los obispos sino a todos los discípulos de Jesús convocados en asamblea, y era sinónimo de la comunidad eclesial. San Juan Crisóstomo decía que sínodo era el nombre de la Iglesia y que la palabra Iglesia era el nombre que indicaba el caminar juntos.
El Sínodo de los Obispos
El 15 de septiembre de 1965 Pablo VI creó el Sínodo de los Obispos: una asamblea, a realizarse con cierta frecuencia, de todos los obispos del mundo que se reunirían en Roma junto al Papa para tratar temas actuales que interpelen a la Iglesia en su misión en el mundo. El Sínodo de los Obispos sería un instrumento para mantener vivo el espíritu de reforma del Concilio Vaticano II, recreando su estilo de diálogo con las realidades del mundo y su método de escuchar los gozos y esperanzas, angustias y tristezas de las personas de cada tiempo histórico, buscando en el mensaje del Evangelio las respuestas adecuadas, para amar y servir mejor a la humanidad. Hasta la actualidad se realizaron en total 15 Sínodos de los Obispos.
El kairós de la sinodalidad
En sus primeras palabras en 2013, el papa Francisco invitaba a comenzar un camino de fraternidad y confianza, con el deseo de extenderlo a toda la humanidad. Usando la imagen del camino ya vinculaba la sinodalidad con la fraternidad. Y el momento donde expresó el kairós (tiempo propicio o adecuado para obrar) de la sinodalidad fue durante el 50° aniversario de la creación del Sínodo de los Obispos, afirmando: “El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”.
Esa frase tuvo un impacto muy especial entre los cardenales y obispos presentes. Era una gran novedad del pontificado comunicada como profecía. La sinodalidad se refiere al modo de ser y obrar de los cristianos y puede entenderse en un sentido amplio como “la comunión en la libertad”. Una comunión en la cual se aprende a caminar junto a otros en la historia y que tiene la capacidad de integrar la libertad de las personas y lo mejor de sus diferencias. Como la figura del poliedro: donde cada parte conserva su originalidad formando, junto a las otras partes, un todo.
La sinodalidad es una dimensión constitutiva de la Iglesia. La edifica en tres realidades de su vida: en su estilo (el modo trinitario de vivir y obrar de los cristianos), en sus estructuras y procesos (consejos y organismos pastorales) y en sus acontecimientos (sínodos y concilios). Lo que más interesa a Francisco es el estilo, porque es una forma estable que permanece. En cambio, lo demás (estructuras, procesos, acontecimientos) es transitorio y modificable. Ante la situación de los abusos, el clericalismo, la corresponsabilidad en la misión, el discernir la realidad, construir y tomar decisiones para amar y servir al mundo en el que vivimos, un sínodo sobre la sinodalidad abre un proceso de respuestas inéditas y adecuadas, como afirma el Papa: “Una Iglesia que no se separa de la vida, sino que se hace cargo de las fragilidades y las pobrezas de nuestro tiempo, curando las heridas y sanando los corazones quebrantados con el bálsamo de Dios… el estilo de Dios: la cercanía, la compasión y la ternura”.
¿Qué está aconteciendo?
En 2020 Francisco convocó la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos para 2022: Por una Iglesia sinodal: Comunión, participación y misión. Luego, la Asamblea se postergó a 2023 para favorecer una modalidad inédita en tres fases de consulta y escucha a las personas: 1) Diocesana –todas las diócesis del mundo–, 2) Continental –los obispos reunidos por continentes–, 3) Universal –obispos, sacerdotes y laicos reunidos con el Papa–. Se involucró a todo el Pueblo de Dios, dialogando sobre temas que interpelan a la Iglesia, escuchando las realidades del mundo y discerniendo los pasos a dar para que la Iglesia se renueve en su misión. Esto ha generado tantos frutos que Francisco añadió a la primera sesión de la Asamblea (4 al 29 de octubre 2023) una segunda sesión para octubre de 2024. Argumentaba el Papa: “Para disponer de un tiempo más amplio de discernimiento que favorezca la comprensión de la sinodalidad como dimensión constitutiva de la Iglesia”. Escuchar con profundidad y amplitud la experiencia, la mirada, el sentir y la voz de 1.300 millones de católicos es algo inédito en la historia de la Iglesia.
El método sinodal del discernimiento comunitario o “conversación espiritual”
Es el instrumento más valorizado en todos los continentes. La Asamblea Sinodal 2023 y 2024 procederá con este método. Consiste en encuentros en pequeños grupos, inicia con el escucharse a uno mismo sobre lo que interpela a la Iglesia y a la humanidad y exponerlo a los demás, luego escuchar y aprender de los demás, buscar juntos los consensos que expresen lo que se ha descubierto en la escucha y el diálogo. El consenso es una de las formas donde se manifiesta la voz del Espíritu, que sugiere pasos y caminos concretos. El discernimiento comunitario facilita la construcción y la toma de decisiones en tres etapas: 1) Todos –los bautizados– escuchando la realidad, analizan, dialogan, disciernen o aconsejan decisiones y oportunidades; 2) Algunos –los obispos–- escuchando a Todos ayudan a discernir cuáles entre todas son las oportunidades más adecuadas; 3) y Uno –el Papa– escuchando a Todos y Algunos, discierne y señala el horizonte pastoral a recorrer.
Miembros del Sínodo en Roma
Obispos, sacerdotes, consagrados, laicos y jóvenes de todo el mundo: 363 personas con derecho a voto, hay 85 mujeres y 79 miembros de Latinoamérica. Una novedad: laicas y laicos tienen derecho a voto. Entre otros, Francisco ha convocado al jesuita James Martin que acompaña a la comunidad de católicos LGBTQ+ de EE.UU. En esto podemos esperar que, en fidelidad y continuidad con la doctrina del evangelio, Francisco la actualice en una actitud pastoral de acogida a todos, como dijo en Portugal: “En la Iglesia hay lugar para todos”. También el Papa ha convocado al jesuita Christoph Theobald, teólogo promotor de la hospitalidad como estilo característico de la Iglesia para su cooperación con la humanidad.
¿Qué podría acontecer?
Los pobres y excluidos, el cambio climático y la casa común, los migrantes, las personas LGBTQ+, la polarización política y el camino ecuménico e interreligioso son algunos temas propuestos en las asambleas continentales. En octubre de 2023 es probable que la Asamblea sinodal discierna los temas que serían prioritarios para crecer como Iglesia sinodal y misionera y recoja los frutos de estos años de consultas. Todo esto en relación a cómo alimentar la comunión en la Iglesia, en estructuras y procesos que favorezcan la participación de todos en la construcción de decisiones y la corresponsabilidad en la misión.
En octubre de 2024 es probable que la Asamblea sinodal retome los consensos de 2023 y reflexione sobre la sinodalidad como un servicio a la sociedad civil: en un diálogo en 2020, el Cardenal Mario Grech me dijo que es ese servicio lo que más entusiasma al Papa. Luego, Francisco lo expresó así: “Mi deseo fue dar vida a la sinodalidad, no solo por el bien de la Iglesia sino como un servicio a la humanidad, a menudo trabada en desacuerdos paralizantes”.
Caminar con la humanidad. Por ejemplo, en la familia, primera escuela de sinodalidad que enseña el arte de caminar junto a otros en la vida. También en la política, para redescubrir aspectos de sinodalidad en la participación, la solidaridad y la transparencia, generando la reciprocidad entre quien hace la pregunta (el ciudadano) y quien debe encontrar una respuesta (el representante) para el bien de todos. Y en la economía, que despliega elementos de sinodalidad cuando ayuda a las personas a participar y prosperar en la sociedad, a la que no solo regula y arbitra, sino que sostiene, protege y regenera.
Vivamos la sinodalidad como un servicio de fraternidad para la humanidad: “Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos” (Fratelli Tutti 8) •