Ciudad ecosustentable – En 2015, Mariápolis Lía comenzó un proceso de transformación ecológica, a través del cual busca ganar soberanía energética y aprovechar los recursos naturales que el lugar le ofrece. Desde la planta fotovoltaica, pasando por los diagnósticos periódicos, hasta el molino de viento en construcción: sus habitantes lo ven como un estilo de vida que incorporan a la cultura de la Ciudadela.
Por Equipo de Ecología de Mariápolis Lía
Desde 2015, venimos transitando como Ciudadela un camino hacia el gran sueño de ser una Mariápolis sustentable y ecológica. A lo largo de este tiempo, hemos logrado dar varios pasos firmes y otros no tanto, pero podemos vislumbrar cómo se van conectando las acciones realizadas a lo largo de los años, para ir acercándonos, cada vez más, a concretar los objetivos que nos propusimos.
El objetivo de ser una “Mariápolis ecológica” va más allá de algunas acciones verdes y de varias actividades vinculadas con la preservación del medioambiente. Es, más bien, un estilo de vida que debe y quiere ser elegido por sus habitantes, acorde con este amplio objetivo. Un estilo de vida que va en consonancia con lo que plantea el papa Francisco en la encíclica Laudato Si’: “Una ecología integral requiere apertura hacia categorías que trascienden el lenguaje de las matemáticas o de la biología y nos conectan con la esencia de lo humano”.
Es por eso que, a partir de este planteo, nuestra iniciativa no incluye solo acciones concretas, como la planta fotovoltaica o las hidrosalamandras, sino que, también, nos propusimos espacios mensuales para informarnos, seguir concientizándonos y asumir cada vez más este compromiso por un estilo de vida ecológico. Además, son instancias en las que todos podemos expresar nuestras inquietudes, deseos y, también, intercambiar experiencias con respecto a este objetivo de vivir como “ecociudadanos”.
A lo largo de este tiempo, hemos dado grandes pasos. Allá por el 2015, elaboramos una agenda hasta 2025, año que elegimos como punto de llegada. Desde el inicio, nos propusimos trabajar sobre tres frentes: formar a las nuevas generaciones, hacer algo con la basura y con la energía fotovoltaica. Además, sabíamos que no queríamos hacerlo solos.
Efectivamente, la Planta Fotovoltaica hoy forma parte de la vida mariapolita. Con un tamaño de 70 kw, produce energía eléctrica a partir de la energía solar. Originalmente había sido planteada para 24 kw, pero, gracias al proyecto “Doná 1 Kw”, de la Fundación alemana Ut Unum, se pudo financiar una de mayores dimensiones. Está conectada en red con la empresa de energía local (sistema que se denomina on grid) y mientras hay sol, usamos lo que necesitamos para, luego, vender el excedente. En su primer año de producción, de toda la energía eléctrica que se consumió en Campo Verde durante un año, la planta fotovoltaica pudo generar esa misma cantidad (incluso un 1% más de esa cantidad) en el mismo período de tiempo..
En la actualidad, también contamos con termotanques solares en 15 casas, que calientan el agua domiciliaria con la energía solar. Además, 12 de las casas cuentan con calefacción con biomasa (leña), que hay disponible en el terreno de la Mariápolis. Dos de ellas tienen hidrosalamandras instaladas, que no solo dan calor en el sector donde están ubicadas, sino que, además, proveen agua caliente para la calefacción por radiadores en el resto de los ambientes.
Mientras tanto, seguimos caminando hacia 2025. Una de las ideas es conseguir soberanía energética, aprovechando todos los recursos presentes en la Ciudadela. Se trata de producir energía a través de la biomasa (proceso de gasificación) y a través del viento (generación eólica). Para esto último, actualmente, tenemos en construcción un aerogenerador, es decir, un molino, que producirá electricidad (1 kw).
También estamos haciendo diagnósticos periódicos del estado ambiental de distintos aspectos de la Ciudadela. Lo implementamos este año, y surgió porque vimos necesario conocer la situación actual en la que se encuentra la Mariápolis. Es muy importante saber en qué escenario estamos parados para, luego, seguir avanzando en los proyectos ya encaminados, así como también poder identificar qué otros es preciso comenzar. Con estos diagnósticos (en agua, aire, suelo, consumos y residuos) tendremos una idea más concreta, a través de números y valores, de las condiciones en que se encuentra nuestra Ciudadela. Esto es muy importante, ya que, a partir de estas evaluaciones, se podrán determinar con mayor precisión y fundamento las necesidades actuales y futuras de la Mariápolis, dando un orden de prioridad a cada aspecto, en pos de lograr el objetivo ecológico integral.
Además de las que mencionamos, también hay otras propuestas y acciones concretas, que ya estamos diagramando. Son sueños a futuro que tenemos, en el marco de lograr una Mariápolis ecosustentable. Por ejemplo, nos gustaría crear una metodología que nos permitiera reutilizar el agua de la lluvia en las distintas construcciones de la Ciudadela. En esa misma línea, estamos pensando en sistematizar el tratamiento de las aguas residuales, ya que, actualmente, no contamos con red cloacal.
También estamos buscando la forma de aprovechar las ramas y hojas para utilizarlas como “chips” o “ecobriquetas”, además de los troncos, que se usan actualmente como fuente de calefacción. Y una cuenta pendiente es, también, la circulación en la Mariápolis, es decir: poder moverse a partir de vehículos no contaminantes, que no produzcan emisión de gases de efecto invernadero.
Todas estas iniciativas, las que ya logramos, las que están en camino y aquellas que aún son un sueño, son posibles si, como habitantes de la Mariápolis, somos capaces de visualizar este estilo de vida propuesto e incorporarlo, cada vez más, a la cultura de la Ciudadela •